En el documental "The Golden Age of Comedy" se hace una somera revisión de la comedia cinematográfica en los años 1920 y 1930.
El documental dirigido por Robert Youngson en 1957, The Golden Age of Comedy, es una entretenida y muy interesante revisión de la comedia cinematográfica de los años 1920. Como documental, el trabajo de Youngson es sumamente valioso. Por un lado, hace una revisión completa sobre la comedia y sus comediantes en -como la narración en off lo dice-, “the roaring twenties”, y además, es una película que nos permite apreciar el análisis que se hizo en las postrimerías de los 1950 sobre la comedia cinematográfica estadounidense treinta años atrás.
Las estrellas del documental son Oliver Hardy y Stan Laurel. Para Youngson, estos dos comediantes fueron los que marcaron el standard de las buddy movies en los 1920, que hasta ahora se ha mantenido casi intacto. La figura de Hal Roach, con quien Youngson hizo tratos para que le facilitara material, productor de muchos cortos de Laurel y Hardy, es tratada con solemnidad. Roach fue responsable de hilarantes películas, como La Batalla del Siglo (1927), corto que rescataba la ya desgastada fórmula de la “comedia del pastelazo” de una manera brutal, como en la batalla de pasteles que tiene lugar en plena calle, y que va creciendo conforme se involucran más transeúntes. Otro corto genial que presenta el Youngson es “Two Stara” (1928), otra batalla campal entre automovilistas en una carretera provocada por Oliver y Stan, caracterizados como marineros, por su curiosidad de saber la causa del embotellamiento. Esto desencadena una guerra de destrucción de autos entre todos los presentes, hasta que un policia llega para intentar, inútilmente, ponerle freno a la disputa. Es una interesante película con un graciosamente violento slapstick, que con seguridad, fue de las más costosas filmadas por Oliver y Stan.
Youngson hace un repaso también de los trabajos del legendario Mack Sennett, otro gran representante del slapstick, así como de las estupendas parodias fílmicas de Will Rogers, en donde se aprecian sus logradas burlas al “Robin Hood” de Douglas Fairbanks, así como a las aventuras del vaquero Tom Mix, parodiando su estrafalaria forma de montar y cabalgar.
El documental goza de un buen ritmo. La narración en off arroja muchos datos interesantes sobre lo que se va presentando, como los trágicos destinos de Carole Lombard en un accidente de avión, de quien presenta su graciosa actuación como una guapa velocista, y el de Harry Langdon, un comediante a quien los críticos calificaban como “el cara de niño”. Según Youngson, Langdon sabía “complementar lo triste con lo cómico”, un comediante completo de quien presenta su personaje de un recién casado viajando en un tren con su esposa, causando muchas molestias a los demás pasajeros.
Otra actriz que podemos ver en el documental es Jean Harlow. Aunque la especialidad de Harlow nunca fue la comedia, aquí vemos una extraña actuación de ella haciendo sus “pininos” en una pequeña interpretación junto a Laurel y Hardy en “Double Woopee” (1929). Ambos interpretan a unos porteros de hotel, quienes reciben a la rubia actriz sin darse cuenta que la puerta del taxi se ha llevado parte de su vestido.
Muchos comediantes legendarios aparecen también en el documental. Bill Turpin, con su característico ojo cruzado, bigote alborotado y un rostro que con sólo verlo arranca risas (¡Esa manera en que lo ahorcan desde una ventana por error en una de sus películas!); los torpes Keystone Cops y sus memorables persecuciones a pie y a caballo, el elegante y bigotudo Charley Chase (desanudando la cola a un león agradecido), o el también memorable Billy Bevan. Hay una sección dedicada a los “animales comediantes”, como el perro pinto “Cameo” (según Youngson, nunca le llegó a los talones a Rin Tintín), que aquí presenta su perruna actuación en un corto como, primero, un tramposo perro en una partida de pocker, y luego, como el héroe que avisa a la policía por una pelea… que él mismo ha provocado.
El único pero que le termino poniendo a este, de todas formas, logrado documental, tiene que ver con su narración en off. Llega un momento en que se siente demasiado, digamos, explicativa sobre las imágenes que nos presenta. Son bien recibidos todos los valiosos datos, pero hay explicaciones que resultan demasiado obvias sobre lo que uno está observando. Son algo molestas y distraen bastante. Pero vale mucho la pena para todos los aficionados –como yo- a la buena comedia y a su historia.