La más ambiciosa operación de falsificación de dinero por los nazis es narrada en "The Counterfeiters". |
La ganadora del Oscar por “Mejor Película en
Lengua Extranjera” en 2008. The Counterfeiters (Die Fälscher, 2007) está basada
en hechos reales, y aunque su título remita a un thriller o heist movie, su historia no podría estar más lejos de
una película de este género. La trama está basada en una de las más grandes
operaciones de falsificación llevadas a cabo por los nazis en la Segunda Guerra
Mundial. En ella, los nazis explotaron a judíos para laborar en la falsificación
de dinero, en 1936. Su protagonista es fascinante, Salomon “Sally” Sorowitsch
(Karl Markovics), que de lejos luce y habla como una especie de Jason Statham de
europa oriental. De origen ruso e inclinaciones comunistas, Salomon es el falsificador con más
prestigio en la Alemania de la preguerra, con encargos que van desde pasaportes falsos hasta dinero.
Vive una vida lujosa de apostador, con mujeres y popularidad, hasta que es aprehendido
por el detective de policía Friederich Herzog (David Striesow). Pronto, Salomon
es enviado a un campo de concentración a trabajos forzados, y una muerte
segura, hasta que los oficiales nazis empiezan a ver que sus habilidades artísticas
(porque Salomon no sólo es un gran falsificador, sino que también tiene
habilidades artísticas, al ser un buen dibujante y pintor) pueden ser de
utilidad. Su suerte cambiará drásticamente al ser enviado a otro campo de
concentración, más “amigable”, con ciertas comodidades y en donde los
prisioneros tienen algunos privilegios.
Salomon es asignado como el jefe del equipo
de falsificadores que laboran secretamente en el campo de concentración, en
donde (cosas del destino) tendrá como supervisor a Herzog. Los privilegios
tendrán un precio, que será el de cumplir con el exhaustivo trabajo de
falsificar millones de libras esterlinas y dólares, para las operaciones
bancarias secretas que los nazis llevan a cabo en bancos de Suiza. Como
personaje, Salomon es un auténtico perfeccionista en su trabajo. Ningún detalle
puede pasar desapercibido en los billetes y notas bancarias que falsifica y da
el visto bueno final. Tendrá varios obstáculos: no será únicamente la constante
presión de Herzog, sino la falta de material de calidad, los abusos y maltratos
de un oficial nazi, así como otra clase de presión, la que viene de uno de sus
compañeros de trabajo, Adolf Burger (August Diehl), para unirse y organizar en
una rebelión (de hecho, el filme está basado en el libro que éste escribió).
Sin embargo, Salomon no se ve muy interesado en sublevarse. Es un tipo
tranquilo, sin intenciones de meterse en problemas y que piensa –y siente- que
lo mejor es cumplir con su trabajo y sortear la muerte.
La realización es del austriaco Stefan
Ruzowitzky. Lo mejor en su dirección es haber sabido cómo transmitir la presión
psicológica que se siente y respira en el pequeño espacio donde se llevan a
cabo las falsificaciones, con imprentas y artistas gráficos laborando día y
noche. La tensión es constante. El equipo que encabeza Salomon es eficiente
pero complicado. Habrá confrontaciones y rencillas, nerviosismo entre los
trabajadores por la expectación de ver la guerra finalizada, o de pensar que en
cuento todo acabe y ya no los necesiten los nazis los ejecuten. No nada más es
lograr una perfecta falsificación, es conocer y documentarse sobre cada tipo de
moneda, con una precisión casi científica. Estos son algunos aspectos que hacen
de esta película un buen trabajo, aunque siento que al filme le hubiera venido
bien, en algunos momentos, un alivio y relajación en toda esta tensión. Sé que
el propósito no fue producir una película típica sobre el Holocausto, pero
hubiera venido bien una mayor integración entre los personajes, alguna subtrama
que hablara más de la amistad entre algunos de ellos, sin necesariamente
convertir todo en un melodrama.