NUEVO LOOK. Xabiani Ponce de León. |
Al finalizar de ver Esto no es Berlín, uno experimenta cierta indigestión visual. Nominada al Ariel a Mejor Película (en mi opinión, estaba lejos de ganárselo), este filme, del realizador Hari Sama, te dejará algo saturado al llevarte al pasado, con su retrato de época de mediados de los 1980. La cinta se adentra laberínticamente por muchos caminos, como el de la cultura underground, el punk, el dark, el rave, el rock, etc., olvidando lo más importante: contarnos una historia con fuerza. La pequeña trama acaba descuidada, debido a que el realizador le da demasiada importancia a ese collage de fondo, tardando mucho en engancharte desde el inicio.
Si algo hay que reconocer, es que el retrato de época es logrado, en su diseño de arte, peinados, vestuario, y especialmente, una buena banda sonora, que incluye clásicos de esos años, como The Cure. El gran problema, es que su historia de crecimiento, madurez, y complicada transición a la adolescencia de un chico, nunca me atrapó del todo.
México, 1986. El mundial de futbol se encuentra en su apogeo en el país. Carlos (Xabiani Ponce de León, cuya actuación no la sentí como para una nominación al Ariel), lleva una gran amistad con Gera (José Antonio Toledano), ambos estudiantes de una escuela privada, y que gustan de enfrascarse en pleitos y peleas con estudiantes de una escuela pública. El primero es talentoso para ser ingeniero, construyendo cosas, como pequeños juguetes; mientras que el otro, más común y corriente, renta las revistas pornográficas de su papá entre los compañeros de clase. Rita (Ximena Romo, tampoco con una actuación a la altura de una nominación al Ariel), hermana mayor de Gera, tiene una banda de rock-punk, en donde es vocalista.
Invitados por Rita, Carlos y Gera acuden a un club nocturno clandestino, administrado por Nico (Mauro Sánchez Navarro, con una pinta que parece una mezcla del Bono de principios de los 1980 y Corey Feldman), en donde ambos tendrán su primer contacto con el alcohol, las drogas, y, claro, el rock. Pero será Carlos quien termine seducido por el mundo pseudoartístico en efervescencia en dicho lugar. Nico, aspirante a fotógrafo, cuyo muy discutible lema es "el arte debe repugnarte y asquearte", y que gusta de organizar performances provocadores en plena calle, será su guía.
El mismo Sama aparece en el filme, en el papel del tío de Carlos (talento de actor no tiene mucho), y quien hará de figura paterna del chico. Sama es como el tío que todos quisiéramos tener: relajado, con onda, alma juvenil, y que te ofrece tu primer churro de mariguana. El papá de Carlos está prácticamente ausente en el filme, mientras que su mamá (Marina de Tavira), viviendo en el opio debido a la medicación que toma, apenas y le pone atención.
Entre cambios de formato en el filme, con partes filmadas en blanco y negro, y como con cámara de 16 mm, conciertos de rock, performances callejeros (es de verse el del Estadio Azteca, justo antes de llevarse a cabo un partido de futbol), recitales de poesía, pláticas sobre el significado del arte moderno, etc., la historia de Carlos acaba diluida. El guión termina teniendo algunos agujeros narrativos, y pierde el rumbo en la historia de amistad que intenta contar, con un giro de historia gay tardío, muy al final.
El título de la película viene de las palabras que el dueño de una galería le dice a Nico, como recomendación a su trabajo: "¡Dejen de copiar a los artistas europeos!". Si viviste esa época, Esto no es Berlín te llevará a revivirla por un rato, y a pesar de la gran falta de fuerza de su historia, su tema sobre la amistad reluce un poco hacia su conclusión. #Arieles2020
🌟🌟1/2
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