RAMPAGE-RALPH. Ralph y Vanellope unen fuerzas para una carrera. |
Wreck-It-Ralph (2012) es un entretenimiento familiar en toda la extensión de la palabra. La Disney demuestra que sigue sabiendo como entretenernos de una manera simple, efectiva y con dosis de espectacularidad. Es una de esas películas animadas en las que lo retro se conjuga de una manera especial con lo moderno y sofisticado. En pocas palabras, es un Tron para niños y las nuevas generaciones de pequeños usuarios del XBox y el Play Station; aquellos que a lo mejor no saben que hace 20 años o más había máquinas de videojuegos gigantes, con botones, palancas y a las que tenías que echar monedas para perder masivamente el tiempo. Te sumergías en un mundo en extremo pixeleado de fantasía, el Atari era sinónimo de lo último en videojuegos y Pacman el último desafio.
Wreck-It-Ralph es el nombre de un videojuego, cuyo villano, el Ralph (voz de John C. Reilly) del título, desea pasarse a la fila de los buenos y cambiar su imagen de destructor a una de bienhechor. Una de las primeras escenas -chistosa por cierto- pone a Ralph y a otros villanos en una especie de grupo "Villanos-de-videojuegos-Anónimos", en donde se reúnen para discutir sus dilemas existenciales. Uno de ellos lanza una línea muy reveladora, que le cae de golpe a nuestro Ralph: "No podemos cambiar lo que somos". Dicha línea servirá para que el gorilón Ralph se lance a una aventura digital -en más de un sentido- a través de otros videojuegos y universos electrónicos, para demostrar que puede ser más que un demoledor de edificios.
Su oportunidad llega en dos partes. Una cuando accidentalmente llegue a uno de esos videojuegos modernos "shot'em up", en donde una muy atractiva comandante (voz de Jane Lynch), o como uno de los personajes dice "con muy buena resolución", es la estricta líder; y cuando luego llegue a un video juego para niños, dulce en más de un sentido y coloreado en un explosivo y dulce baño de color rosa. Ahí conocerá a una impetuosa, rebelde y muy divertida niña, Vanellope (Sarah Silverman), cuyo gran sueño es ser competidora en unas carreras de autos.
La película está diseñada atractivamente, con mucha originalidad e imaginación. El mundo de Vanellope, regido por un hombre que parece un envejecido Sombrerero Loco (voz de Alan Tudyck), fuera de obvios product placements que, curiosamente, no resultan incómodos visualmente sino divertidos (esas galletas Oreo guardianas del palacio, o las arenas movedizas "Nesquick-sands"), es un mundo que parece el sueño de un niño con la glucosa alta. En general, es una película divertida, con mucho encanto, claramente dirigida a un público más pequeño e infantil. Quizás los adultos, a los que no les gusten tanto los videojuegos (como a mí), encontrarán enternecedora la relación tipo "padre-hija" entre Ralph y Vanellope.