Klaus Maria Brandauer como Hendrik "Mephisto" Höefgen. |
“Mephisto”
(1981) es una película que narra el ascenso de un actor de teatro a la fama, la
riqueza y el poder político. Previo al ascenso del nazismo, Hendrik Höefgen (el
actor austriaco Klaus Maria Brandauer) es un actor talentoso, con arranques de
divo y un poco bipolar debido a sus cambios repentinos de humor. A pesar de ser
un comunista confeso y orgulloso de serlo, Hendrik trata a sus colegas con
frialdad y altanería. Su mayor sueño, es fundar lo que él llama un “Teatro
Revolucionario” en Hamburgo, lugar donde reside. Lo peor que podría pasarle a
Hendrik –y en sí a Alemania- es la
llegada de un dictador fascista como Hitler y del partido Nazi al poder, pero
confía en que eso no sucederá, gracias a los partidos de oposición. Y si eso
sucediera puede estar tranquilo, ya que está seguro de tener fuertes, puras e
incorruptas raíces alemanas. A pesar de todo, Hendrik tiene una amante mulata,
Juliette (Karin Boyd), su “Princesa Tebab”, la cual afirma descender de la
nobleza africana y ser de madre alemana, con quien el actor lleva una relación sadomasoquista,
con juegos que involucran bailes humillantes y castigos con látigo.
Un poco
de lo arriba descrito lo podemos ver en la adaptación que el húngaro István
Szabó hizo al cine de la novela homónima de Klaus Mann, hijo del gran escritor
alemán Thomas Mann. Una magistral obra a la que la película apenas y hace
justicia. Con todo, “Mephisto” ganó el Oscar a “Mejor Película Extranjera”, un
premio inexplicable para mí, ya que si bien no es una mala película, está lejos
de ser digna merecedora de dicho premio. La encarnación de Brandauer de Hendrik
“Mephisto” Höefgen es notable. Hendrik adquiere dicho sobrenombre una vez que ha triunfado en Berlín,
literalmente, vendiéndose al gobierno nazi del Tercer Reich, por su exitosa
interpretación de Mefistófeles en el clásico “Fausto”, de Goethe. En efecto,
todo un “pacto con el diablo”, traicionando todos sus ideales. Una obra de
teatro vista por los nazis como la más representativa de los ideales del pueblo
alemán.
La
película carece de la fuerza y, especialmente, el humor e ironía de la verdadera
parodia política que es el libro de Klaus Mann. El libro también es un magnífico
estudio de un personaje contradictorio, inestable, cambiante e impredecible. El
enfoque de Szabó es más tranquilo, sin efectismos, melodramatismos e, incluso,
más romántico. Por ejemplo, la relación entre Hendrik y Juliette está lejos de
la crudeza ilustrada en el libro. Es más romántica y erótica en el filme, lejos
de las intenciones de Mann en su libro. El destino de Juliette es más dramático
en el libro que el visto en la película.
Los
oficiales nazis, en especial Oskar Kroge (Tamás Major), el primer ministro y
protector de Hendrik, son vistos aquí con un ojo muy amable y condescendiente
por Szabó. Oskar está lejos de ser la risible caricatura regordeta que Mann
creó en el libro. Otra cosa, mientras en el libro Hans Miklas (György
Cserhalmi), un fanático del nazismo, es el gran antagonista de Hendrik, en el
filme acaba siendo un buen compañero sin mayor justificación. En definitiva,
una película más que correcta, que si bien tiene un atractivo cuadro de
actores, luego de leer el libro recientemente me dejó con ganas de haber visto
algo mucho mejor. No esperaba una adaptación religiosamente fiel al libro, pero
sí algo que pudiera poner a la misma altura.