Hugh Jackman es el "manager" de un robot en "Real Steel". |
Tal vez
Real Steel (2011) sea la película menos original del año. Se pueden encontrar
un sin fin de referencias cinematográficas a películas sobre robots y,
especialmente, de boxeo. En pocas palabras, es la historia de “Rocky” (1976)
robotizada. Si a esto le agregamos una premisa inspirada en “Over the Top”
(1987), también protagonizada por Sly Stallone, sobre un padre conductor de
camiones viudo y que trata de reconstruir un vínculo paterno-filial con su hijo,
mezclada con robots tan realistas como los vistos en Transformers, ya tenemos
Real Steel. Claro, la relación del precoz e inteligente niño Max (interpretado
por Dakota Goyo, con look del niño Anakin Skywalker) con un destartalado y
viejo robot, abandonado en un depósito de chatarra, puede rastrearse en la
cinta animada “The Iron Giant” (1999). En pocas palabras, Shawn Levy, realizador
especialista en entretenimientos familiares (A Night in the Museum), no nos
está contando nada nuevo.
La
película plantea una premisa interesante, futurista, sobre el qué seria si en
lugar de boxeadores, fueran robots las que estuvieran arriba del ring
haciéndose todo el daño posible. ¿El box como deporte acabaría como tal?
¿Quiénes deberían estar manejando a los robots debajo del ring? ¿Nerds expertos
en informática y tecnología? ¿Boxeadores profesionales o retirados? El
protagonista, Charlie Kenton (Hugh Jackman, usando su acento australiano sin
alguna razón aparente), entra dentro de esa última categoría.
Charlie
es un ex boxeador, que ahora se dedica a desarrollar robots manejados a control
remoto, a los que pone a prueba en rodeos enfrentando toros, así como en peleas
de box donde se corren apuestas. Un buen día le llega la noticia de que tiene
un hijo de 11 años, Max, cuya madre ha muerto. Charlie decidirá que es mejor “ofrecer”
la custodia del niño a la tía de este (Hope Davis) a cambio de una cuantiosa
suma de dinero, que puede sacarlo de muchas deudas. Honestamente, el tipo lleva
una vida relajada, lejos de ser la de un padre. Sin embargo, Charlie y Max
tendrán que pasar el verano juntos, un gran pretexto para que los dos descubran
que los genes son poderosos y que tienen mucho en común.
La película
no se pone a hurgar mucho en las cuestiones deportivas sobre el futuro del box,
ni nada por el estilo. Real Steel es tan predecible como lo era “Rocky”, en
donde ya sabíamos quién ganaría, sin importar que el contrincante sea un
gigantesco ruso o el gorilón Mr. T. Por cierto, el guión esta lleno de clichés.
Los “villanos” son una rusa (Olga Fonda) y un japonés (Karl Yune). No son tanto
villanos como tal, sólo personajes que simbolizan el lado “frío” y mercadológico
de la tecnología. Son dueños de un
poderoso robot negro (el “Mike Tyson” de los robots) de nombre Zeus, invencible
y a quien Atom, nuestro robot de hojalata y que parece tener alma propia, debe
enfrentar al final.
Atom será
la extensión de Charlie, donde el primero imita todos los movimientos que haga
quien lo maneje. De hecho, Sugar Ray Leonard, boxeador retirado, fue quien
asesoró a Jackman para las escenas del boxeo. Charlie regresa al ring a través
de Atom, a quien dotará de sus mejores ganchos al hígado, derechazos e
izquierdazos. Las peleas son
entretenidas, los robots impresionantes y animados con el “motion capture”. Pero
sinceramente, a este filme le hubiera venido mejor tener más alma y menos
metal; el ser más entrañable, ya sea en la relación padre-hijo o en la de
hijo-robot. Su atractivo depende enteramente de los robots, que si no están
arriba del ring no tienen otra que hacer en la película.