viernes, 6 de febrero de 2009
BATALLA EN EL CIELO * * * *
En una escena del segundo largometraje del realizador mexicano Carlos Reygadas, Batalla en el Cielo (2005), un humilde hombre, empleado de seguridad y chofer de una chica adinerada, llega a una gasolinera a cargar combustible. Muchas cosas suceden en ese sitio y sus cercanías: el paso de una peregrinación religiosa, la llegada de una familia numerosa en un coche grande, o escuchar un concierto de Bach como música ambiental del establecimiento, sincronizada con los ruidos de un motor.
Es uno de tantos momentos sublimes en la película, que tuvo un éxito rotundo de crítica en el Festival de Cannes y que puso a Reygadas en la mira del país galo, como una gran promesa de la cinematografía mexicana. Sin llegar a los niveles de Japón (2002), su anterior y primer largometraje (igualmente apreciado en Europa), Batalla en el Cielo es la tormentosa crónica de Marcos (Marcos Hernández), quien lleva una vacía relación con su esposa (Bertha Ruiz). El trabajo de Marcos es estar presente cada madrugada cuando se iza la bandera mexicana en la famosa Plaza del Zócalo, como miembro del cuerpo de seguridad.
El filme abre de una manera que puede ser tan provocadora como se quiera. Reygadas, de una manera lenta y, al mismo tiempo, “limpia”, nos va revelando el cuerpo obeso de Marcos desnudo, con su rostro inexpresivo, para descubrir que Ana (Anapola Mushkadiz), la chica que lleva al colegio, le está haciendo una felación, explicita en toda la extensión de la palabra. Como breviario cultural, se dice que en México esta escena fue eliminada o, tengo entendido, manipulada (por orden de Reygadas, según él mismo confirmó en una entrevista), para hacer menos explicita la situación.
Como sea, hay muchos elementos de Batalla en el Cielo (presentes también en Japón), que ya empiezan a definir su estilo y temáticas: la historia iniciática de un ser enfrentado con sus culpas. En Marcos será la supuesta fidelidad hacia su también obesa esposa, al igual que la carga psicológica por un crimen que cometió. Su camino en coche por las calles de la ciudad, la llegada a parajes verdes y montañosos (aquí nebulosos, donde el personaje se enfrenta a su propia soledad), el provocador trasfondo católico, etc., son elementos que definen su trayecto hacia una suerte de purificación espiritual. La fotografía es el aspecto que el realizador (abogado de profesión) cuida más. Gusta mucho de los movimientos de cámara estilizados y, al mismo tiempo, de los encuadres estáticos.
Batalla en el Cielo es un mirada al cuerpo humano personalísima, transgresora, evidente en esa manera de filmar los recovecos de la obesidad de sus personajes, a quienes filma teniendo relaciones sexuales frente a una imagen de la pasión de Cristo. Los personajes, en la todavía muy corta filmografía de Reygadas, son silenciosos, aparentemente sin emociones o sentimientos, buscando actores no profesionales para interpretarlos.
Reygadas es un director del “silencio ruidoso”. Las palabras no son lo más importante, sino el sonido ambiental, como en aquella otra escena en la que, simplemente, se escuchan las alarmas de unos despertadores.
Formalmente, el trabajo de Reygadas es impecable, pero siento que al darle demasiada importancia a este aspecto olvidó un poco la historia que se proponía contar. Hay instantes en los que no se llega a entender del todo lo que realmente está sucediendo. Pero es loable para un realizador mexicano hacer un cine diferente, técnicamente propositivo, con un estilo propio y que, además, ha decidido sabiamente aprovechar las ventajas de la coproducción (el filme está producido entre México, Bélgica, Francia y Alemania). Pude felicitarlo personalmente en el momento del estreno, y fue un orgullo para mí estrechar la mano de este joven artista, con una carrera en pleno ascenso.
++ El DVD incluye el tráiler, escenas eliminadas, ficha artística, ficha técnica y biofilmografía del director. Existe también un paquete que, además de "Batalla en el Cielo" incluye "Japón". Está última no tuvo estreno comercial en España.
EL CARTEL: VALKYRIE * * * * *
(Inauguro esta sección, en la que haré una crítica sencilla del mejor -o el peor- cartel de la semana. Vale aclarar que siempre me referiré al cartel original).
Uno de los carteles que más me han impresionado en este principio de año, es el de Valkyrie, la más reciente película de Bryan Singer, protagonizada por Tom Cruise. Lo fascinante de este cartel es su minimalismo, su capacidad para sintetizar en escasos elementos varios aspectos de la película, cuya historia narra el plan que llevó a cabo el coronel nazi Claus von Stauffenberg (Tom Cruise) para asesinar a Hitler. Sobra decir que el plan fracasó.
El cartel no deja de recordarme la portada de alguna añeja novela de bolsillo de espionaje de los 1950-1960. Su concepción está inspirada en las imágenes de esa época. Lo genial es que el cartel original, contrario a lo que hicieron, por ejemplo, en México y España, no se reduce a poner de manera convencional los retratos fotográficos del reparto principal, sobresaliendo el de Tom Cruise. En el cartel original vemos, de cuerpo completo, a todo el reparto, con un buen tratamiento en blanco y negro, altamente contrastado, que emula las imágenes de un cómic o las ilustraciones de alguna novela hard-boiled. En resumen, los diseñadores del cártel tuvieron como propósito principal darle un estilo retro, pero al mismo tiempo moderno, al trabajo visual, como referencia a la época en la que está ambientado el filme: la Segunda Guerra Mundial.
La franja roja superior, que parece una de las partes de una cruz suástica del nazismo, dirige rápidamente la atención hacia Tom Cruise, de hecho, su nombre está dentro de la franja. Es inteligente y eficaz esta pequeña estrategia visual, además de que se acopla con el fondo blanco, que representa un plano con detalles de alguna construcción. Este fondo funciona, además, como una trama visual para la composición y el acomodo de los demás elementos del cartel: los créditos de la producción, logotipos de los estudios, el título de la película (en una tipografía, igualmente, sintética y sencilla), el slogan, etc.
Gracias a sus escasos colores y su estrategia visual sintética, el cartel es magnífico por la manera en cómo consigue llamar la atención de un espectador furtivo, que no ha visto la película. Sólo proporciona la justa información, además de que dentro de su frialdad cromática consigue intrigar desde el principio. Es de fácil “lectura” visual, sin complejidades innecesarias, con el que dan ganas de entrar a ver pronto la película, tal y como nada más los mejores carteles lo hacen.
jueves, 5 de febrero de 2009
FIVE DEDICATED TO OZU * * * 1/2
Del director iraní Abbas Kiarostami, Five Dedicated to Ozu (2003), raya en lo inclasificable. Su locación principal es el mar, y posa su cámara en situaciones aparentemente naturales y cotidianas, en un homenaje a Yasujiro Ozu, uno de los más grandes directores japoneses. Esto demandará del espectador mucha paciencia.
Kiarostami realiza cinco cortometrajes. Cada uno de ellos tiene un elemento en común: el agua, como símbolo dador de vida, que incluso puede tener vida propia. Filmados en vídeo digital (editados y manipulados digitalmente), el primer corto tiene como “personaje” a un tronco, llevado y traído por el oleaje del mar durante los casi 15 minutos de duración. El tronco va y viene envuelto en la espumosa agua del mar, y eso será lo único que pasa. Su intención es mostrar lo bello de ver un simple tronco mojado bajo el poder del agua, lo bello del color y el sonido del oleaje (aspecto técnico que Kiarostami cuida y resalta), en una alegoría del ir y venir vital y cíclico. En cada cosa, aparentemente, insignificante, puede haber algo de vida.
El segundo corto tiene lugar frente a un malecón, filmando únicamente a la gente que pasa, de izquierda a derecha del cuadro y viceversa. A cuadro entrará lo que sea, incluso una paloma, que quiere robar cámara. Son 12 minutos de gente que viene y va. Kiarostami experimenta filmando lo que para él, seguramente, es el transcurrir de la vida, en una reflexión del tiempo, el espacio y la vida.
El tercer corto –de los más simpáticos- es parecido al anterior, pero en lugar de gente, Kiarostami hace desfilar a… ¡unos patos! Kiarostami muestra un control fenomenal de la situación: hace desfilar a los patos muy ordenados, sin cortes, sin movimientos de cámara, sólo de frente con una cámara estática. El sonido es increíble, se captan los pasos que dan los patos, mientras va creciendo su número. En el siguiente corto, los protagonistas serán unos perros echados en la playa, flojeando placenteramente. Vale decir que cada corto está unido por unos fundidos lentos y progresivos. En el de los perros, el experimento es captar las formas y figuras extrañas que los fundidos digitales van creando, con sobreexposición, alteración de tonos, etc.
Uno de los más difíciles, si no se es muy paciente, es el último corto. La “acción” ocurre durante la noche, y el propósito es captar las extrañas figuras que toma una luna llena reflejada en la superficie de un estanque. Mientras, de fondo, se escuchan los ruidos nocturnos de los animales.
Si se tiene la paciencia necesaria de presenciar este ejercicio formal y experimental, se comprobará que Kiarostami homenajeó de una manera muy particular a Ozu, captando la quietud de la vida, pero también lo accidental de la misma, de aquello que no está previsto.
++ Aunque los cortos fueron filmados en la playa de San Lorenzo en Gijón (Asturias), la película nunca tuvo exhibición en España. Los cortos pueden verse en Youtube.
miércoles, 4 de febrero de 2009
THE LIFE AQUATIC WITH STEVE ZISSOU * * * *
Todo puede caber en la mente inquieta del cineasta Wes Anderson, con sus clásicas tramas protagonizadas por familias disfuncionales. Con Life Aquatic with Steve Zissou (2004), se corre el riesgo de quedar atrapado por su fantasiosa y surrealista mirada a las travesías de Jacques Cousteau o las aventuras marítimas de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, etc. Sus personajes parecen no encajar unos con otros, pero, paradójicamente, terminan dependiendo unos de otros, de un modo casi enfermizo.
Su fauna marina es tan fantástica como delirante en toda su concepción visual; sus personajes rozan la comedia del absurdo a lo Jaques Tati, y todos van a bordo de un enajenante barco chatarra, que con el paso del tiempo es cada vez más atractivo. El barco de Steve Zissou (Bill Murray) es como el muy beatle “Submarino Amarillo” del filme animado homónimo. Zissou está en la búsqueda de un maravilloso e imaginario “tiburón jaguar”, que años atrás se comió a su amigo y colega, durante una arriesgada travesía.
El oceanógrafo Zissou necesita vengar a su amigo cazando al temible tiburón, cosa que se propone hacer durante un divertido –e imaginario- festival de cine italiano, en el que presenta su documental donde narra esta tragedia, esperando captar la sensibilidad del jurado. Entre el público está un hijo perdido, interpretado por el infaltable en una película de Anderson, Owen Wilson, quien pide a Zissou acompañarlo en su nueva aventura, durante el cual intentará demostrarle que en efecto es su hijo. Al viaje irán también una guapa reportera británica (Cate Blanchet), por recomendación del patrocinador de las exploraciones zissounianas (Michael Gambon) y de la esposa de Steve, interpretada por Anjelica Huston.
El espectador se enfrenta a una más de las extravagancias de Anderson, que lleva números musicales ejecutados por el cantante brasileiro Seu Jorge (con todo e ingeniero de sonido acompañándolo), interpretando canciones de… David Bowie. Sus intervenciones son inesperadas, arbitrarias desviaciones del argumento, incluyendo lagunas explicativas sobre lo que acontece en cada rincón del barco, y hace, de una manera divertida, que el villano forme parte de la tripulación. Los sets están decorados de tal manera que el filme parece realizado a principios de los ochenta, con toda esa tecnología supuestamente moderna del barco de Zissou.
El discurso sobre el amor paternal, tiene como vehículo uno de los macguffins más descabellados que me haya tocado ver: ese escualo de manchas doradas y brillantes, que dejará boquiabierto a Steve a la hora de tener que matarlo. ¿Podrá hacerlo?
++ El DVD incluye comentarios en audio, escenas eliminadas, el "Cómo se hizo" y algunas sorpresas ocultas.
martes, 3 de febrero de 2009
LILJA-4-EVER * * * 1/2
El escenario en el que se ambienta la historia de Lilja 4-Ever (2002) es el de alguna ciudad en Rusia, y las cosas para Lilja (Oksana Akinshina muy guapa), chica adolescente, cada vez se ponen más difíciles, luego de que su madre (Lyubov Agapova) emprenda un viaje a Estados Unidos, dejándola abandonada.
Resulta claro desde el principio, en este largometraje dirigido por el sueco Lukas Moodysson (Fucking Amal, Tillsammans, Terrorister,..) que los problemas sociales expuestos girarán en torno a lo fácil que será para una chica caer en la prostitución, teniendo todo en su contra: una tía nefasta que la saca de su apartamento, la falta de dinero para cubrir los gastos, y su adicción al pegamento para escapar a su realidad.
Lilja tendrá el consuelo de su amigo Volodya (Artyom Boguckarsky), un solitario chico también adicto, su confidente y especie de “ángel guardián”.
En la entrañable amistad de Lilja y Volodya está mucho del encanto de la película, aunque buena parte del drama sobreviene de sus amargas vidas. Lilja es una hija no deseada y un estorbo para la nueva vida que su madre planea hacer en América. Dentro de toda su miserable existencia, Lilja es grosera, altanera y nada altruista con su anciana vecina, a la que es incapaz de ayudar a recoger unas papas en las escaleras.
A pesar de las pocas alternativas que tiene para salir adelante (pedir trabajo en una tienda, aceptar ayuda social) Lilja elije el camino de la prostitución, gracias a una amiga. La aparente salida a sus problemas será Andrei (Pavel Ponomaryov), un tipo que se mostrará ante Lilja amable y que desea ayudarle llevándosela a Suecia a trabajar. Sin embargo, esa vida está años luz de ser el “paraíso” prometido que esperaba.
Lilja 4-ever es un relato sencillo sobre la amistad en los tiempos difíciles, una historia estremecedora en su segunda mitad, que sirve como vehículo para exponer un grave problema social: la prostitución infantil y las redes “ocultas” que operan sin problema en muchos países de Europa.
El dramático final de la película, me dejó pensando si todo lo que termina pasándole a Lilja es una suerte de castigo divino, por lo mal que se portó en muchas ocasiones. Según lo expuesto por Moodysson, yo creo que sí. Todo ello se piensa mientras vemos a Lilja y Volodya jugar juntos, en algún lugar de ese “paraíso” tan soñado por ellos.
++ Lilja-4-ever se exhibió en el Festival de Cine de Gijón. El DVD incluye trailer, ficha artística, ficha técnica, biografía, filmografía del director, y galería fotográfica.
Resulta claro desde el principio, en este largometraje dirigido por el sueco Lukas Moodysson (Fucking Amal, Tillsammans, Terrorister,..) que los problemas sociales expuestos girarán en torno a lo fácil que será para una chica caer en la prostitución, teniendo todo en su contra: una tía nefasta que la saca de su apartamento, la falta de dinero para cubrir los gastos, y su adicción al pegamento para escapar a su realidad.
Lilja tendrá el consuelo de su amigo Volodya (Artyom Boguckarsky), un solitario chico también adicto, su confidente y especie de “ángel guardián”.
En la entrañable amistad de Lilja y Volodya está mucho del encanto de la película, aunque buena parte del drama sobreviene de sus amargas vidas. Lilja es una hija no deseada y un estorbo para la nueva vida que su madre planea hacer en América. Dentro de toda su miserable existencia, Lilja es grosera, altanera y nada altruista con su anciana vecina, a la que es incapaz de ayudar a recoger unas papas en las escaleras.
A pesar de las pocas alternativas que tiene para salir adelante (pedir trabajo en una tienda, aceptar ayuda social) Lilja elije el camino de la prostitución, gracias a una amiga. La aparente salida a sus problemas será Andrei (Pavel Ponomaryov), un tipo que se mostrará ante Lilja amable y que desea ayudarle llevándosela a Suecia a trabajar. Sin embargo, esa vida está años luz de ser el “paraíso” prometido que esperaba.
Lilja 4-ever es un relato sencillo sobre la amistad en los tiempos difíciles, una historia estremecedora en su segunda mitad, que sirve como vehículo para exponer un grave problema social: la prostitución infantil y las redes “ocultas” que operan sin problema en muchos países de Europa.
El dramático final de la película, me dejó pensando si todo lo que termina pasándole a Lilja es una suerte de castigo divino, por lo mal que se portó en muchas ocasiones. Según lo expuesto por Moodysson, yo creo que sí. Todo ello se piensa mientras vemos a Lilja y Volodya jugar juntos, en algún lugar de ese “paraíso” tan soñado por ellos.
++ Lilja-4-ever se exhibió en el Festival de Cine de Gijón. El DVD incluye trailer, ficha artística, ficha técnica, biografía, filmografía del director, y galería fotográfica.
GANADORES PREMIOS GOYA 2008
Los premios Goya 2008 fueron entregados el pasado Domingo, 1 de febrero, en una ceremonia que preferí no ver por lo aburrida que siempre me resulta, y para no sufrir con el pseudohumor al estilo de la entrega de los Oscares, que sus productores insisten en imprimirle (o al menos eso intentan). La gran ganadora fue "Camino", de Javier Fesser, que se ha llevado 6 Goyas. A continuación, la lista de los principales ganadores
Mejor Película:
Camino (Javier Fesser) 6 Goyas
Mejor Director
Javier Fesser (Camino)
Mejor Actriz:
Carme Elias (Camino)
Mejor Actor:
Benicio del Toro (Che, Argentine)
Mejor Guión:
Javier Fesser (Camino)
Mejor Actriz de reparto:
Penélope Cruz (Vicky Cristina Barcelona)
Mejor Actor de reparto:
Jordi Dauder (Camino)
La lista completa de premiados puede consultarse en la página de la revista FOTOGRAMAS
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lunes, 2 de febrero de 2009
NOCHNOY DOZOR * * * 1/2
La vida en Moscú parece tranquila durante una noche, mientras, en lo alto de un derruido edificio, tiene lugar la lucha entre las fuerzas “oscuras” y las fuerzas “luminosas”, en una escena que parece extraída de Blade Runner. El líder de las fuerzas obscuras, Zavulon (Victor Verzhbitsky) -como Rutger Hauer en el filme de Ridley Scott-, se extraerá de la espalda una espada con forma “vertebral”, para ejecutar una sentencia milenaria.
Antes de esta escena, casi al final de Night Watch (Nochnoy Dozor, 2004), el director ruso Timur Bekmambetov ya nos ha demostrado lo bien asimilado que tiene el imaginario visual del cine fantástico hollywoodense de las últimas dos décadas, que van desde Blade Runner, pasando por el cine medieval-fantástico de los años 1980 (Krull, Willow), 1990 (cine de estética “dark” como The Crow y Dark City) y de esta década (Lord of the Rings), y las propuestas cinéticas de Matrix.
Este fue el inicio de una trilogía fantástica de vampiros (cuya secuela ya se estrenó hace unos años), en la que subyace una convencional historia sobre la lucha entre “el bien y el mal”, protagonizada por vampiros, muy al estilo de otra trilogía, “Underworld”. Aquí los vampiros son llamados seres “Otros Obscuridad” y sus contrincantes los “Otros Luz”, estos últimos humanos que los cazan con todo tipo de artilugios.
La propuesta visual es hipnótica. Lo mismo se nutre del cómic moderno (la revista “Heavy Metal”, por ejemplo), que de las puestas en escena de realizadores como Danny Boyle o Jean Pierre Jeunet. La edición es frenética, imparable, y a pesar de que la película es palomeramente hollywoodezca, conserva mucho su toque europeo. Serie B de manufactura 100 por ciento rusa.
La historia abre con una delirante batalla a lo “Lord of the Rings”, literalmente “congelada” por el líder Luz, Geser (Vladimir Menshov), con la decisión de que se establezca una tregua entre ambos bandos, vigilada por los humanos. En el tiempo presente, Anton (Konstantin Khabensky), un humano común y corriente, será reclutado por dos enviados de Geser, “Oso” y “Tigresa” (capaces de transformarse en estos animales), debido a que posee ciertas dotes psíquicas, para romper la maldición de una “Virgen” (Mariya Poroshina), que provoca la muerte de todo humano que mira a los ojos.
La experiencia es más visual que narrativa. De hecho, este último punto es el pie del que cojea Bekmambetov. Apreciamos estupendas animaciones en dos y tres dimensiones, efectos especiales impresionantes a la altura de Hollywood; una puesta en escena videoclipera, pero casi siempre hace falta una coherencia narrativa ante la compleja trama.
El guión tiene el problema de estar saturado de subtramas que no se resolverán (tal vez quedan para la secuela, que no he visto), así como de personajes secundarios sin mucha importancia en la historia. En conjunto, la trama luce enredosa. Habrá un punto, entrado el tercer acto, en que se presenta un “falso” clímax final (la llegada del ciclón), apresurado y no muy bien resuelto, para de ahí saltar a otro (esta vez, el clímax decisivo), que no tiene la merecida extensión.
Espero que las secuelas no tengan los mismos problemas, en lo que parece ser una entretenida trilogía serie B, que se siente como el “grito” que la cinematografía rusa necesitaba, muchas veces ignorada.
++ Disponible en DVD, en una edición austera sin extras.
Antes de esta escena, casi al final de Night Watch (Nochnoy Dozor, 2004), el director ruso Timur Bekmambetov ya nos ha demostrado lo bien asimilado que tiene el imaginario visual del cine fantástico hollywoodense de las últimas dos décadas, que van desde Blade Runner, pasando por el cine medieval-fantástico de los años 1980 (Krull, Willow), 1990 (cine de estética “dark” como The Crow y Dark City) y de esta década (Lord of the Rings), y las propuestas cinéticas de Matrix.
Este fue el inicio de una trilogía fantástica de vampiros (cuya secuela ya se estrenó hace unos años), en la que subyace una convencional historia sobre la lucha entre “el bien y el mal”, protagonizada por vampiros, muy al estilo de otra trilogía, “Underworld”. Aquí los vampiros son llamados seres “Otros Obscuridad” y sus contrincantes los “Otros Luz”, estos últimos humanos que los cazan con todo tipo de artilugios.
La propuesta visual es hipnótica. Lo mismo se nutre del cómic moderno (la revista “Heavy Metal”, por ejemplo), que de las puestas en escena de realizadores como Danny Boyle o Jean Pierre Jeunet. La edición es frenética, imparable, y a pesar de que la película es palomeramente hollywoodezca, conserva mucho su toque europeo. Serie B de manufactura 100 por ciento rusa.
La historia abre con una delirante batalla a lo “Lord of the Rings”, literalmente “congelada” por el líder Luz, Geser (Vladimir Menshov), con la decisión de que se establezca una tregua entre ambos bandos, vigilada por los humanos. En el tiempo presente, Anton (Konstantin Khabensky), un humano común y corriente, será reclutado por dos enviados de Geser, “Oso” y “Tigresa” (capaces de transformarse en estos animales), debido a que posee ciertas dotes psíquicas, para romper la maldición de una “Virgen” (Mariya Poroshina), que provoca la muerte de todo humano que mira a los ojos.
La experiencia es más visual que narrativa. De hecho, este último punto es el pie del que cojea Bekmambetov. Apreciamos estupendas animaciones en dos y tres dimensiones, efectos especiales impresionantes a la altura de Hollywood; una puesta en escena videoclipera, pero casi siempre hace falta una coherencia narrativa ante la compleja trama.
El guión tiene el problema de estar saturado de subtramas que no se resolverán (tal vez quedan para la secuela, que no he visto), así como de personajes secundarios sin mucha importancia en la historia. En conjunto, la trama luce enredosa. Habrá un punto, entrado el tercer acto, en que se presenta un “falso” clímax final (la llegada del ciclón), apresurado y no muy bien resuelto, para de ahí saltar a otro (esta vez, el clímax decisivo), que no tiene la merecida extensión.
Espero que las secuelas no tengan los mismos problemas, en lo que parece ser una entretenida trilogía serie B, que se siente como el “grito” que la cinematografía rusa necesitaba, muchas veces ignorada.
++ Disponible en DVD, en una edición austera sin extras.
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