Robert Redford. |
Esta
película se encuentra dentro de ese subgénero cinematográfico tan
norteamericano como lo es el de las “campañas políticas”. The Candidate (1972)
tiene una de las mejores actuaciones de Robert Redford (entre sus actuaciones
en Butch Cassidy & Sundance Kid, The Great Gatsby o incluso All The
President’s Men). En ella vemos a su personaje convertirse –o al menos
intentarlo- en un político. Redford interpreta a un exitoso abogado, quien por
sentir demasiado pesada la carga moral de tener un padre (el gran Melvin
Douglas) con una famosa carrera política, decide aceptar postularse como
candidato para senador de
California por el partido demócrata. La invitación viene de Marvin Lucas (Peter
Boyle), y su apuesta parecería difícil de creer, de no ser por la gran
determinación y convencimiento que tiene de que Bill puede triunfar. Es una
confianza ciega y estuve tan expectante como Marvin durante toda la película sobre
si Bill realmente podría hacerlo. En específico, luego de la condición principal
que pone Bill: poder decir lo que quiera.
Podemos
imaginar los problemas y dificultades que esta condición traerá con los
asesores de imagen, publirrelacionistas y, en especial, con Marvin como
presidente de campaña. ¿Cuáles son las posibilidades de Marvin de ganar? Inexperto
e inseguro al principio, está preocupado por cosas que pueden parecer no muy
políticas, como la ecología. Además, Bill tiene como contrincante a un más
experimentado político republicano, el senador Crocker Jarmon (Don Porter), quien
sabe cómo moverse y desempeñarse en toda situación y territorio, frente a las
cámaras y sobre el escenario.
Sin
embargo, la mejor confrontación no será entre el viejo político y el joven abogado
liberal, sino entre éste y su presidente de campaña. La película ganó el Oscar
a “Mejor Guión”, y su punto fuerte es el realismo que tiene en su retrato de la
campaña política. Esto sin mencionar los diálogos en los mítines, en el debate
que tienen Crocker y Bill, las respuestas con las que Bill salva algunas situaciones
tensas y, especialmente, su último discurso. Su atractivo, juventud y carisma,
al final, no parecen ser suficientes. El final me dejó perplejo, un final casi
abierto y con una pequeña línea estupenda que dice Bill, con su gesto de
incredulidad y miedo ante los resultados de las votaciones: “¿Qué vamos a hacer
ahora Marvin?”. Buena pregunta.