jueves, 27 de agosto de 2020

SANCTORUM


Preparándose para el fin del mundo.
Sanctorum sabe encontrar ese equilibrio, tan difícil de alcanzar, entre realidad y realismo mágico; sabe manejar esa fina línea en donde ambas se funden a la perfección, sutilmente, y sin mucho esfuerzo. Tal es el logro principal de Joshua Gil, su realizador, el cual consigue un filme con gran poder visual y que logra atraparte desde el inicio. Imágenes de un cielo estrellado y de la Vía Láctea abren Sanctorum, teniendo de fondo una pequeña narración, en dialecto mixteco, sobre el final del mundo. Mientras, la cámara nos introduce a un túnel obscuro, una especie de cenote, como si estuviéramos a punto de iniciar una travesía hacia el inframundo perteneciente a alguna mitología indígena. Luego, entre escenas de indígenas trabajando en plantaciones de mariguana, vigilados por sicarios armados, así como la escena de un anciano diciéndole a su esposa, mientras desayunan, que ha escuchado un "ruido extraño en el cielo", afirmando, supersticiosamente, que se trata del anuncio de un hecho trágico; de que algo malo pasará, la película ya te ha envuelto en un velo de misterio del cual será difícil librarte.
Entre diálogos en español y en mixteco, la historia narrada en el filme (de apenas 1 hora y 23 minutos de duración) es de una sencillez impresionante. Los hechos se desarrollan en una pequeña comunidad indígena, que vive en medio de un bosque. Sus habitantes, mayormente campesinos, deben trabajar en plantaciones de mariguana bajo el mando de los cárteles, para así poder sobrevivir. Sin embargo, llega la noticia de que pronto el ejército desalojará esas tierras por orden del gobierno. Encabezados, entre otros, por un maestro de primaria, toda la comunidad decidirá levantarse en armas y pelear por su tierra. Hay una imagen de un soldado, de origen indígena, que mientras escucha ese "ruido en el cielo sobre el mal presagio que se avecina", toma en sus manos agua ensangrentada de un río, una imagen simbólica, y que, como una especie de ritual, marca el inicio de lo que seguramente será el final; o aquellas también de un ser con capa blanca y cuernos, apareciendo en el pueblo.
La influencia del cine de Carlos Reygadas, y a la vez de Tarkovsky, se siente, pero Gil sabe darle su propio toque de originalidad a toda la película, gracias, no únicamente a una magnífica dirección de fotografía, sino a un muy buen diseño de sonido. Si bien no son actores profesionales, los protagonistas hacen un estupendo y muy natural trabajo. El único pero que le daría al filme, es que su historia no se siente tan concluyente, dejándolo todo en puntos suspensivos. Pero con imágenes de hombres de fuego corriendo por el bosque, flanqueando a los indígenas armados; de un niño rodeado por luciérnagas y siendo escoltado por un grupo de perros xoloescuincles, mientras llora para que así "los dioses puedan escucharlo, y su madre fallecida venga a ayudarlo", y de otras imágenes de lo que parece el mundo llegando a su fin, tal detalle lo pasas por alto. Si tan sólo más cine mexicano fuera así. 

⭐️⭐️⭐️⭐️

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