Marleen Lohse como Cleo |
Cleo empieza como si hubiéramos abierto una caja de pirotecnia visual, que se dispone a desfilar de forma carnavalezca frente a nuestras pupilas. De hecho, no es muy difícil percibir que la fuente de inspiración de Erik Schmitt, realizador de esta película, fue el cine de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet. La Cleo del título (Marleen Lohse), protagonista del filme, no está muy lejos de ser una versión alemana y pelirroja de Amélie, precisamente, aquel éxito francés de crítica y de taquilla dirigido por Caro y Jeunet. Es decir, sabemos desde los primeros minutos los terrenos que estaremos pisando al ver este filme.
La historia cuenta cómo Cleo siente que siempre está siendo perseguida por un velo obscuro de tragedias. Además de la muerte de su madre durante su nacimiento, otra tragedia ocurrirá, luego de que siendo niña (interpretada a esa edad por Gwendolyn Göbel) ella y su papá (Fabian Busch) se aventuren a buscar un tesoro, que según éste último, contiene un misterioso reloj, capaz de hacerte viajar al pasado. Ya de adulta, Cleo, quien ocasionalmente ve los fantasmas de Einstein y Marlene Dietrich (si los imagina, o realmente los ve, nunca está claro), y que ahora trabaja como guía de turistas, seguirá en busca de aquel reloj-máquina del tiempo, pero ahora contará con la ayuda de Paul (Jeremy Mockridge), un joven no menos extraño que ella, y que traerá al equipo de exploradores otro par de excéntricos "cazadores de tesoros" (Max Mauff y Heiko Pinkowski), teniendo tan sólo como guía un mapa, no muy fácil de descifrar.
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