Greta Thunberg |
Greta Thunberg tomó al mundo por sorpresa. Este documental, dirigido por Nathan Grossman, nos cuenta cómo sucedió. Esta chica, al cumplir 15 años, decidió hacer una huelga estudiantil y no asistir a clases, en respuesta a la indiferencia del gobierno para afrontar el cambio climático. De pronto, los ojos de su natal Suecia estuvieron sobre ella. Pero fue en su reunión con el Secretario de las Naciones Unidas, António Guterres, en donde dio un discurso para que los gobiernos tomaran con más seriedad al medio ambiente, cuando su nombre empezó a resonar a nivel internacional. Lo curioso es que, de estar sola en la calle, con un modesto cartel al inicio de su huelga, poco a poco Greta se fue ganando la atención de la gente.
El documental hace un recuento de la vida de Greta, en donde se revela que desde niña padece el síndrome de Aspergerg, una forma de autismo. Acompañada todo el tiempo por su papá, Svante Thunberg, durante su recorrido por Europa, este nos cuenta que Greta siempre fue una niña especial, callada, reservada, y renuente al contacto físico; que su preocupación por el cambio climático empezó al ver por televisión documentales sobre este fenómeno. Sin ser en ningún momento un documental de cabezas parlantes, la misma Greta hace la narración de toda su gira por Europa, hablando siempre en sueco. Se puede sentir cómo, en un abrir y cerrar de ojos, casi sin darse cuenta, entre ir a Alemania a dirigir un discurso, entrevistarse en Francia con el presidente Macron, y luego conocer al Papa Francisco en el Vaticano, que esta chica ya se había convertido en toda una activista.
Por otro lado, Grossman sabe reflejar el hecho de que Greta se ha echado encima una responsabilidad enorme, un trabajo que no es cosa fácil de llevar a cabo a tan corta edad. Entre marchas, protestas, discursos y, especialmente, afrontar a la prensa y a los medios, así como gente pidiendo tomarse una foto con ella a donde quiera que vaya, de un momento a otro Greta puede correr el peligro de sentirse abrumada y tragada por una ola sin control. El documental puede verse también como la lucha de una muy joven chica contra su autismo, por afrontar lo que más la abruma, es decir, el contacto social.
Greta es de esos niños que se notan adelantados a su edad, que han madurado demasiado rápido. Entre burlas de Donald Trump o del periodista Rupert Murdoch, Greta podrá verse como una niña común y corriente, pero una vez que toma el estrado sabe levantar la voz, hacerse escuchar, y ser tomada en serio. Yo Soy Greta hace un buen balance entre hacer un retrato íntimo de Greta (su mamá, Malena Ernman, una mezzo-soprano, inexplicablemente está ausente durante casi todo el filme), y en hacer también un retrato de la Greta celebridad (tímida y apenas esbozando una pequeña sonrisa frente a sus seguidores), que al hablar frente a grandes audiencias se transforma. Entre lágrimas y una ira contenida y nerviosa, Greta tiene a su público en silencio y escuchando. Hay momentos emocionantes en el filme, cuando Greta tiene que viajar a Nueva York, invitada por la ONU para dar un discurso, viaje que decide hacer en barco (uno que es amigable con el medio ambiente, con cero emisiones contaminantes). Aquí, el documental nos lleva por una travesía transoceánica, atravesando tormentas en el mar, y con Greta luchando por mantener la moral en alto y no quebrantarse. El mensaje final del filme: empezar a hacer conciencia sobre el clima, antes de que sea demasiado tarde. Todavía estamos a tiempo. ⭐⭐⭐⭐
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