Taika Waititi y Roman Griffin Davis. |
Hasta ahora, el actor, realizador, y guionista neozelandés Taika Waititi, ha demostrado ser un hombre multitalento, capaz de moverse y desarrollarse, sin miedo y coraje, en todos los terrenos que quiera. Ha sido capaz de tomarnos desprevenidos, por ejemplo, al haber dirigido Thor: Ragnarok, tercera película del "avenger", un blockbuster multimillonario de los que arrasan en taquilla. Refrescó la saga del superhéroe con un soplo de comicidad y, al mismo tiempo, acción genérica. Nada mal, considerando sus orígenes en cine de bajo presupuesto. Con Jojo Rabbit, Waititi vuelve al género que lo vio nacer, la parodia. What We Do in the Shadows, su tercer largo, es una parodia de filmes de vampiros, que incluso ahora goza de una adaptación en la forma de una serie televisiva.
Ahora, Waititi se arriesga con un tema sensible y delicado: el Nazismo, aproximándose al mismo de una forma inteligente, tomando caminos diversos y con resultados estupendos. El Jojo del título (Roman Griffin Davis, en su debut en cine), es un niño que decide enrolarse en las "Juventudes Hitlerianas", para así honrar a su héroe, el Führer Adolf Hitler (el mismo Taika Waititi, con lentes de contacto azules). Este Hitler es uno fabricado en la mente de Jojo, algo cercano a un amigo imaginario.
El inicio del filme establece el tono que seguirá hasta el final, con una secuencia de créditos que muestra imágenes de archivo de grandes masas de seguidores adorando a Hitler, escuchando sus discursos, o recibiéndolo en el aeropuerto, teniendo de fondo la versión en alemán de I Wanna Hold Your Hand, cantada por los Beatles (algo que se puede ver también como un pequeño homenaje al inicio de A Hard Day's Night, de Richard Lester). Es por demás hilarante.
Sin embargo, la cosa de las Juventudes Hitlerianas no funcionará del todo para el sensible Jojo. Cierto acontecimiento durante su entrenamiento, bajo el mando de un capitán de las SS, Klenzendorf (Sam Rockwell, muy bien, con una actuación que, de lejos, parece una imitación cómica del nazi SS interpretado por Ralph Phiennes en Shindler's List), es lo que le dará su apodo de "Conejo", y lo marcará, en más de un sentido. Teniendo en el mundo únicamente a su mamá (Scarlett Johansson, excelente), una mujer cálida y amorosa, aunque llena de misterios, así como a un buen amigo, Yorkie (Archie Yates, magnífico), la vida de Jojo cambiará cuando llegue a su vida una niña judía, Elsa (Thomasin Mckenzie), quien desafiará todo su sistema de creencias y visión de lo que realmente representa el gobierno de Hitler.
Aunque al principio Jojo Rabbit llega a sentirse como si Wes Anderson hubiera decidido hacer un filme sobre niños en un campo de entrenamiento nazi (algo cercano a Moonrise Kingdom), lo que hace a la película memorable, es el toque paródico único de Waititi, lo delirante que termina siendo (esas constantes apariciones de Hitler en momentos difíciles), y su conmovedora historia romántica, inocente y tragicómica. Hay algo también del Diario de Ana Frank, pero con final feliz. Su comicidad es graciosa, sin llegar por completo al slapstick extremo, es decir, de situaciones graciosas sucediéndose a ritmo frenético, o de diálogos cómicos que desfilan sin parar.
Jojo Rabbit no romperá las barreras de la comedia, y se ve difícil que mañana domingo sea ganadora del Oscar (está nominada a Mejor Película del año), repitiendo lo que, por ejemplo, La Vida es Bella consiguió en 1998: ganar el premio a Mejor Película Extranjera. Ambas comparten temáticas similares, al igual que con Good Bye Lenin!, hacia el final, sólo que un poco a la inversa, justo cuando nuestro pequeño héroe trate de ocultar lo que está ocurriendo allá afuera a Elsa, en reclusión forzada.
Pero algo es cierto, la película tiene aseguradas muchas risas, cada vez que Waititi aparece en escena (como una copia cómica, más joven, del Hitler interpretado magistralmente por Bruno Ganz en Downfall), pero también una que otra lágrima hacia su segunda mitad.
Si algo tiene en su contra el filme de Taika, es que, además de que hay uno o dos personajes que se sienten algo desperdiciados (Rebel Wilson, por ejemplo, como la asistente de Klenzendorf), termina recordándote a muchas otras tantas películas similares que ya hemos visto antes. Sin embargo, es inevitable que, con toda su comicidad y anacronismos, Jojo Rabbit no acabe tocando tu corazón.
⭐️⭐️⭐️⭐️
No hay comentarios:
Publicar un comentario