El problema será que Jack, un DJ no muy exitoso, revendedor de entradas, pero un "genio" del ajedrez, es todo lo contrario a su hermano, por lo que Oakes tendrá que transformarlo para despistar a los mafiosos.
En el momento de su estreno, el tema del terrorismo manejado en Bad Company era delicado para el público estadounidense, aunque nada que no se pueda resolver con un guión tendencioso y manipulador, en un amasijo de géneros (acción, thriller, comedia) embonados de una manera tan mala, que este churro en ningún momento atrapa nuestra atención ni interés.
Una muestra clara de cómo un elenco puede estar tan mal dirigido, que ni el mismo Hopkins sale bien librado. Nunca hay química entre Anthony Hopkins y Chris Rock, este último haciendo lo que puede con unos gags mediocres (las novias de los gemelos, por ejemplo), con una trama inestable y aburrida.
Sir Anthony Hopkins jamás me convenció en su papel de agente de la CIA, y es que creo que, con todo y su prestigio, es todo menos un actor de filmes de acción. Se le agradece el haber querido experimentar y aventurarse con un papel de estas características, pero un admirador de su trabajo -como yo- le recomendaría no volverlo hacer.
Balazos, choques, explosiones y golpes, harán que uno resista el bostezo. De hecho, ahora recuerdo que hay una escena que se salva, la que tiene lugar en la bodega de equipaje de la estación del tren, casi al final, escena con la cual el filme debería de haber cerrado, y no el final que Shummaher nos dio, más de lo mismo que vimos antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario