ARMADO HASTA LOS CODOS. Daniel Radcliffe |
En Guns Akimbo, Daniel Radcliffe está en verdaderas dificultades. Radcliffe interpreta a Miles, un aficionado a los videojuegos, el cual trabaja en una empresa desarrollándolos. Al inicio, podrá parecer que Guns Akimbo, dirigida por el especialista en efectos visuales Jason Lea Howden (y producida por TNT), es una copia de Ready Player One, pero a menor escala, y con una mucho menor cantidad de efectos especiales. Además, tiene una historia que prefiere no complicarse a sí misma, dejándolo todo a nivel película-para-matar-el-tiempo-con-palomitas-un-domingo-por-la-tarde. Con todo y que ambas películas tienen en común la idea sobre un concurso televisado en tiempo real, y con el formato de un reality show, no podrían ser más diferentes uno del otro.
La vida de Miles se complicará cuando sea visitado en su departamento por Riktor (Ned Dennehy) y su equipo, un montón de lunáticos que, a punta de pistola y voluntariamente a fuerza, harán que aquel acepte participar en el concurso. El problema, es que nuestro amigo despertará con dos revólveres prácticamente incrustados en sus muñecas y manos (lo cual hará difícil las cosas para él a la hora de ir al baño), para así empezar el que será un juego del "gato y el ratón", en donde deberá eliminar a Nix (Samara Weaving), una chica letal y con un alto nivel de peligrosidad, si es que ella no lo mata primero, frente a millones de televidentes.
Yendo al grano, el filme es basura, pero de aquella que termina siendo culposamente entretenida y palomera. La primera mitad, es únicamente Daniel Radcliffe tratando de huir de Nix por toda la ciudad, de salvar el pellejo, y evitar que lo maten, buscando ayuda infructuosamente. Teniendo dos pistolas pegadas a los huesos, será inútil pedir ayuda a la policía. Buscar refugio con su ex novia (Natasha Liu Bordizzo) probará igualmente no ser una buena idea, la cual termina involucrada en un juego que cada vez se torna más y más peligroso. Lo mejor, es lo estupendo que resulta Radcliffe transmitiendo un estado constante de alarma y de peligro, de indefensión y persecución. En su segunda mitad, la más entretenida, el personaje y la historia tienen un giro inesperado, poniéndose un poco más interesantes. Hay un buen trabajo de fotografía, y escenas de acción bien ejecutadas (varias de ellas muy cinemáticas en la parte final del filme). Y aunque la película no funciona precisamente como una crítica a la violencia televisiva y a los reality shows, así como su forma de explotar la violencia para aumentar los niveles de audiencia, sí funciona como un simple filme de acción para pasar casi dos horas con el cerebro desconectado. ⭐⭐1/2
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