Muchos clásicos de la Disney se pueden considerar intocables, a la hora de querer adaptarlos con actores de carne y hueso. Para ello, se necesita que el proyecto caiga en las manos adecuadas. Con Dumbo -precisamente, uno de esos clásicos- es la segunda vez que Tim Burton se echa encima la tarea de adaptar un clásico animado de la Disney (cosa que ya hizo con "Alice in Wonderland", mientras que en "Alice Through the Looking Glass" fungió tan sólo como productor). El resultado es satisfactorio (yo diría muy satisfactorio, para el riesgo tomado), pero también interesante, y no tan obscuro como muchos fans del cine de Burton esperarían.
Si bien no estamos ante el mejor filme de Burton, es justo decir que esta versión, no corregida, pero sí aumentada, del filme animado de 1941 (basado, a su vez, en el libro escrito por Helen Aberson y Harold Pearl, y que originalmente dura 1 hora y cinco minutos), terminará atrapándote. El realizador convierte al elefantito del título en uno de sus típicos personajes atormentados y rechazados por ser diferentes; incomprendidos y marginados. Rechazado por ser visto como un fenómeno, debido a sus enormes orejas (sello distintivo del personaje), y además capaz de volar.
Lo interesante de la versión de Burton, es su apuesta por una película plena de animales generados digitalmente, y ninguno de ellos parlante. Se extraña la presencia del ratón Timothy, protector y único amigo de Dumbo. Algo que termina jugando en contra de este remake de Dumbo, es lo mucho que acaba pareciéndose a Water for Elephants (2011). Originalmente llamado Jumbo, el elefantito llega al mundo (no traído por las cigüeñas) en el circo ambulante de los Hermanos Medici (que en realidad es uno sólo y es interpretado por Danny DeVito). A punto de caer en la ruina, Medici ve la oportunidad de explotar a Jumbo al ver que sus grandes orejas le permiten volar, siempre y cuando pueda succionar una pluma de ave.
Dos niños (Nico Parker y Finley Hobbins, quienes aquí toman el papel del ratón, y funcionan como amigos y protectores del elefante), con la ayuda de su papá (Colin Farrell, con un flojo acento sureño), un entrenador de caballos, quien acaba de llegar de la guerra y sin un brazo, intentarán que el paquidermo se adapte al mundo del espectáculo sin morir en el intento. Y vaya que habrá momentos de verdadero peligro. Las cosas se pondrán complicadas cuando a escena entre un acaudalado empresario circense (Michael Keaton, con un ridículo peluquín rubio), quien verá en el elefante una mina de oro, y con sus millones convertirá al circo en un gigantesco parque de diversiones temático (estilo Disneylandia). Si bien inyectará más presupuesto a los espectáculos, Vandevere, el empresario, seguirá lineas poco escrupulosas, donde primero estará el factor espectáculo, y luego la seguridad de sus artistas, incluyendo al ahora rebautizado "Dumbo".
Hay varios puntos a favor de la película. No le cae tan mal a la historia el ser aumentada una hora más, con una premisa sobre el dinero y el corporativismo como los verdaderos villanos. Se disfrutan de más "horas de vuelo" de Dumbo, al cual ahora se le puede montar (en referencia al juego original de Disneylandia). Eva Green interpreta a una guapa artista francesa, la cual intentará montar a Dumbo. Mientras, el conmovedor y lacrimógeno drama de haber sido separado de su mamá, es también aumentado. Dumbo en sí es una gran creación animada. Luce espectacularmente realista, incluso al volar, pero también es conmovedor, irradia ternura, y dolor, al ser objeto de burlas del público. La clásica escena del show del incendio resulta emocionante, como algunos otros instantes del filme. Sin embargo, hay algunos problemas. Las actuaciones, en general, son planas. Los niños, de los cuales esperas mucho más, son inexpresivos y algo inertes. Otra cosa, es que se extraña la genial secuencia diseñada por Dalí en la película animada. No es que se espere algo idéntico en esta versión, aunque sí algo cercano. Aquí, todo es resuelto como un simple y nada espectacular show de burbujas, que Dumbo observa (no precisamente intoxicado, como en la película original), como un espectador más, trayéndole recuerdos de su madre ausente.
Este nuevo Dumbo, con sus aciertos y desaciertos, tiene suficientes dosis de encanto y magia que desafía la gravedad, para las nuevas generaciones que no conozcan todavía la versión animada. ¿Y para los fans de Burton? Tienen la oportunidad de ver juntos nuevamente a Batman y al Pingüino (perdón a Keaton y a DeVito), 27 años después.
⭐️⭐️⭐️1/2
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