APUESTA PERDIDA. Steve Carell y Ryan Gosling. |
Es innegable que The Big Short trata temas importantes, los hechos que condujeron a la crisis y desastre financiero del 2008 en E.U. Lo que llama la atención en el filme de Adam McKay (Anchor Man 1 y 2, Step Brothers, Talladega Nights) es el estilo fresco con el que intenta explicar un tema complejo, que se siente más dirigido a un público especializado y versado en temas de economía y finanzas. Nada de extrañarse, si consideramos el hecho de que Adam McKay es un director con una filmografía más enfocada en comedias (protagonizadas casi todas por su actor fetiche, Will Ferrell, quien curiosamente no aparece aquí). The Big Short, basada en el libro escrito por Michael Lewis (autor de Moneyball, el cual también nos sumerge en un universo numérico, de estadísticas y probabilidades), se puede ver como una especie de "comedia seria". Pero a pesar del tono humorístico con el que todo es expuesto, The Big Short parece más hecha para una audiencia que entienda temas tan específicos como créditos hipotecarios, bonos, etc. A través de tres relatos se cuenta cómo el sistema financiero en el que ciudadanos estadounidenses confiaron se vino abajo. De forma experimental, a ratos la película entra en modo de falso documental, en donde personalidades como Margot Robbie, cubierta de espuma en una tina, o Anthony Burdain, rompiendo descaradamente la cuarta pared, explican temas sobre bonos, créditos, el mercado cambiario, etc. Son abruptas desviaciones en el camino, nos toman desprevenidos, y llegan a ser graciosos. La película da al espectador una lección sobre la economía de E.U. y la corrupción del sistema. El reparto es magnífico. Ryan Gosling (quien narra los acontecimientos), interpreta a Jared Vennet, un banquero que decide unir fuerzas con un grupo de corredores de bolsa y asesores financieros, con Mark Baum (Steve Carrell, genial) a la cabeza, para desenmascarar la corrupción que ha venido ocurriendo en la banca y en los mercados hipotecarios. Esto gracias a información que un excéntrico genio -¿hay de otros?-, Michael Burry (Christian Bale), ciego de un ojo debido a un accidente, les ha provisto secretamente y bajo la mesa. Mientras, dos jóvenes iniciándose en el negocio de la asesoría financiera (John Magaro y Finn Wittrock), con la inocencia suficiente para ser cegados por la ambición del dinero, descubren la mugre y el polvo oculto debajo del tapete, en las transacciones e inversiones de miles de familias que han perdido su dinero en hipotecas (e incluso hasta sus casas), luego de recibir la iluminación de un más experimentado ex banquero e inversionista (Brad Pitt).
No es tarea fácil describir una película como The Big Short, con tres historias simultáneas cruzándose y alejándose una de otra, en un vaivén de complejidades financieras. Verla una segunda o tercera vez quizás ayude a limpiarnos las lagañas a los que acabamos perdidos una que otra vez durante el filme, a lo mejor hasta un poco asqueados de ver la maquinaria corrupta que operó detrás de la crisis del 2008. The Big Short está muy lejos de la emoción y suspenso dramáticos de filmes como Wall Street o The Wolfe of Wall Street. Un poco más de melodrama no le hubiera caído mal, y no tanto un guión que parece como sacado del Wall Street Journal.
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