DRIVE: Una tensión pasiva vive dentro de este conductor, que no te esperará un segundo extra si llegas tarde. |
Drive (2011) es un thriller excitante. Además, es una de las mejores películas del 2011. No es cualquier thriller palomero hollywoodense, sino uno con un toque arty, que nada más un director europeo pudo haberle dado. Lo hace de manera inteligente, con destreza y maestría. De hecho, Drive sabe combinar las convenciones hollywoodenses, con una dirección sumamente estilizada, visualmente elegante. Esto suena fácil, pero no es cualquier cosa. Pregunte a Nicolas Winding Refn, realizador danés que quizás el público norteamericano conoció muy tarde. Bronson fue la película que catapultó su popularidad, además de ser el trabajo que dió a conocer todo el potencial -físico e histriónico- de Tom Hardy. Bronson era, igualmente, un thriller hecho con una mano artística, uno sobre peleas callejeras, apuestas y violencia carcelaria, basada en hechos reales. En ese sentido, es increíble lo que Refn puede hacer con sus actores. En Tom Hardy supo explotar la bestialidad que el británico exuda en pantalla, mientras en Drive, supo aprovechar la gran personalidad y fuerza actoral del cada vez más sorprendente y versátil Ryan Gosling.
El wunderking danés consigue una película de persecuciones automovilísticas a la antigua. Lo consigue en todos sentidos, tanto que en muchas ocasiones parece que estamos viendo una película filmada a finales de los 1970, principios de los 1980. El señor ha visto su buena dósis de cine de acción setentero, incluyendo la que podría considerarse como la "reina madre" indiscutible de estas: Bullitt. Desde los créditos iniciales retrocedemos 30 y tantos años atrás. La adrenalínica secuencia inicial nos presenta al personaje principal, un conductor sin nombre; misterioso, discreto y de contadas palabras. Ryan Gosling parece hecho para conducir a toda velocidad. Sabe transmitir la seguridad necesaria, la destreza para ejecutar los trabajos nocturnos que tiene que realizar: ser una especie de transportador, ayudar a escapar a ladrones sin mencionar palabra alguna, sin hacer o responder preguntas. No vemos precisamente quién lo contrata, pero no parece tener muchas ambiciones para cobrar, ya que vive en un pequeño apartamento, sin nada de lujos.
Cada segundo es crucial y cronometrado. Nuestro conductor no espera más allá del tiempo establecido. Si los ladrones se tardan, huye del lugar y los deja a su suerte. Sus instrumentos: un auto y una radio, para monitorear todos los movimientos de la policia. Es una secuencia emocionante, una persecución nocturna en donde quedamos convencidos que este conductor es un verdadero profesional y está lleno de sorpresas. Durante el día trabaja como mecánico para un jefe parlanchín y no muy discreto (Bryan "Malcolm in the Middle" Cranston), es decir, su total opuesto y algo de figura paterna ausente, especializado en reconstruir y mejorar autos. Ocasionalmente, el conductor trabaja también como "doble" en películas de acción, conduciendo autos en escenas peligrosas.
El disciplinado y silencioso mundo del conductor se verá agitado cuando se permita involucrarse emocionalmente con su vecina (Carey Mulligan), que trabaja como mesera y se dedica a cuidar a su pequeño hijo (Kaden Leos). La chica es como su media naranja, no podría haber mejor pareja para él, ya que, aunque muy sonriente, es callada, de pocas palabras. Las cosas empezarán a calentarse -y no es lo que está pensando- cuando el conductor acepte ayudar al reaparecido esposo de la chica (Oscar Isaac), en un trabajo de escape en el que, tal vez por primera vez en su vida, las cosas salen mal. Cuando la mafia está detrás, muchas cosas inesperadas pueden suceder y salirse de control. Albert Brooks interpreta genialmente a un brutal mafioso, que se roba la pantalla cada vez que aparece en escena. Una de esas enérgicas y violentas interpretaciones que, yo pensaba, nada más se le daban a Martin Scorsese conseguirlas de sus actores.
Winding Refn es un director que sabe cómo agregar en una película arty la violencia más cruda y gráfica; física e intensa. Si bien es cierto que no hay una sola escena de intimidad amorosa o sexo en la película, sí las hay de violencia. De ser una película de persecuciones automovilísticas, Refn le da un giro y la convierte en uno, además, de venganzas a lo Charles Bronson. Las escenas finales son de una intensidad única. No tienen una sóla nota falsa y la emoción se mantiene hasta el final.
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