Noomi Rapace como "The Girl With the Dragon Tattoo". |
Esta
es la primera adaptación cinematográfica de la exitosa trilogía de libros “Millenium”,
best sellers escritos por el novelista sueco Stieg Larsson. Tan exitosa es, que
ya se produjo en Suecia una teleserie basada en las novelas (2010), y Hollywood
ya produjo su propia adaptación de “Män som hatar kvinnor” (“Los hombres que no
amaban a las mujeres”), conocida internacionalmente
como “The Girl With the Dragon Tattoo”. El realizador danés Niels Arden Oplev
dirige este sorprendente thriller, cuyo principal tema es el abuso sexual
infantil, del cual fue víctima su protagonista femenina, Lisbeth (Noomi Rapace,
quien interpreta al personaje en toda la trilogía), una hacker con look dark. A pesar de su gran talento técnico,
Lisbeth es de personalidad dura y sin mucha sensibilidad para las relaciones
sociales. La chica trabaja haciendo “investigaciones” (léase espionaje virtual) para una empresa, y
su principal objetivo es un periodista, Mikael Blomkvist (el ahora
internacional Michael Nyqvist), el cual se encuentra enfrentando cargos por
difamación en contra de un poderoso hombre de negocios.
La película está ambientada tanto en
Estocolmo como en las afueras de la ciudad, en específico, en una isla, en donde
vive la adinerada pero obscura familia Vanger. Alguno de sus miembros, incluso,
fue simpatizante de los nazis. Henrik (Sven-Bertil Taube), uno de los miembros veteranos
-y el más agradable- del clan Vanger, decide contratar a Mikael para que
investigue la misteriosa desaparición, en 1966, de su sobrina, Harriet, la cual
la familia cree fallecida. Por una antigua conexión con la familia, Mikael
acepta el trabajo, el cual consiste en, al menos, intentar saber qué pudo haber
pasado con Harriet, después de 40 años de no saber nada. Así, el caso vuelve a
estar abierto. En tanto, Lisbeth, quien pasó una temporada en un hospital
psiquiátrico, se encuentra reviviendo el infierno del abuso sexual en manos de su nuevo guardián (la
venganza que tramará es un bien urdido, casi suicida pero liberador, chantaje),
siendo atormentada por una pesadilla en la que se ve a sí misma, de niña,
prendiendo fuego a un hombre. Por
el espionaje que mantiene sobre Mikael, Lisbeth se entera de su nuevo trabajo
de detective, y decidirá compartir sus respuestas a las claves secretas que el periodista va
encontrando en el caso Harriet.
Es una mancuerna improbable pero atractiva la
que acaban formando Mikael y Lisbeth. Al menos en el filme, es ella quien acaba
robándose la historia, gracias a su explosiva combinación de rudeza,
habilidades físicas, fuerza, un look que no pasa desapercibido y, lo mejor, su
inteligencia. Ah, claro, y ese impresionante dragón que lleva tatuado en su
espalda. En ese sentido, Lisbeth tiene un trasfondo psicológico, el cual hace
todavía más interesante la trama (que si bien me gustó más el filme de Fincher,
su versión adolece el no tenerlo o, al menos, el haberlo “suavizado” un poco). Además,
la investigación, en la que se incluyen las últimas fotos tomadas de Harriet en
un desfile y citas de la Biblia, es bastante entretenida y nada tediosa,
gracias a la ágil narración. En medio de paisajes gélidos (puntos a favor para la
buena dirección fotográfica), los aficionados a las historias de crimen y misterio “whodunit”, en la mejor
tradición de Agatha Christie, sentirán que la película (de 2 horas y media de
duración) se va como agua.
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