Johnny Depp exhibe sus "camaleónicas" habilidades como actor en "Rango". |
Algún
crítico ha afirmado que Rango (2010) es el mejor filme de Gore Verbinski hasta el momento. Puede que sea cierto.
Hasta ahora he visto todas las películas de Verbinski, excepto The Mexican
(2001). Por los comentarios
negativos que he escuchado, creo que no me pierdo de mucho todavía. Verbinski
tiene una sensibilidad casi infantil en algunas de sus películas. Por ejemplo, Mousehunt
(1997), su primer largometraje, me gustó y está dedicado más que nada al
público infantil. Sin olvidar las tres primeras películas que dirigió de la
franquicia de “Pirates of the Caribbean”, que sin ser nada extraordinario
cinematográficamente, han funcionado como palomeros entretenimientos
familiares. Además, iniciaron una colaboración entre Gore Verbinski y Johnny Depp,
que dudo mucho llegue a trascender como la que el extravagante y camaleónico
actor ha tenido por 20 años con Tim Burton.
De
hecho, Johnny Depp regresa a colaborar con Verbinski en Rango (2011), primera incursión del director en el
género animado. La película es una bizarra aproximación a lo que sería un
moderno western, en el que hace un homenaje a los “spaghetti western” de Sergio
Leone y a los westerns protagonizados por John Wayne. El único detalle, es que
está protagonizado por un elenco de animales que parecen diseñados por Ralph
Steadman, con un estilo entre lo grotescamente cómico y lo tradicionalmente
caricaturesco. Si bien fueron extraídos de la fauna típica del desierto, hay
varios que uno ve y piensa “¡Qué demonios es eso!”
El Rango
del título (voz de Johnny Depp), es un camaleón de bosque tropical, aficionado
a la actuación y que vive en una pecera. Accidentalmente, Rango acaba en medio
del desierto, con el peligro de ser arrollado hasta por el mismo escritor
Hunter S. Thompson (quien fuera amigo en la vida real de Johnny Depp), quien
hace un “cameo” conduciendo su Cadillac convertible. Rango deberá arreglárselas
para adaptarse y sobrevivir el calor y los numerosos peligros del desierto. Con
la ayuda de una especie de lagartija, Beans (voz de Isla Fisher), Rango llega a
un pueblo que parece haberse detenido en los 1880s, en dónde, como es clásico
en los westerns, no verán con buenos ojos a los forasteros. Rango está lejos de
ser algo que hayan visto antes los animales que habitan el pueblo, gobernados
por una tortuga (voz de Nedd Betty) y afectados por la escasez del agua, un
tema de varios westerns, así como la llegada abrupta de la industrialización.
El
camaleón toma el nombre de “Rango” de “Durango”, un estado mexicano en donde
John Wayne filmó varios westerns y tuvo un rancho, que en estos días sirve de
atracción turística. Como sea, la película narra la travesía existencial de
Rango, la búsqueda de sí mismo. Vamos, el reptil no sabe exactamente ni
siquiera qué es. Acepta que todos le llamen lagartija así sin más. El pueblo
para él es como un enorme escenario teatral. Ahí interpretará uno más de los
personajes que gusta crear, presumiendo e inventando historias que lo pondrán
en aprietos, hasta acabar como el nuevo sheriff del pueblo y tener que
enfrentarse con una serpiente de cascabel (voz de Bill Nighy), quien es como la
versión escamosa y rastrera de Lee Van Cleef.
Y
hablando de Lee Van Cleef, Rango trata de encontrar lo que un shamánico
armadillo (voz de Alfred Molina) califica como “el espíritu del oeste”. Cuando
nos sea revelado qué -o quién- es el espíritu del oeste será, además de
delirantemente surrealista, como un respiro cinéfilo para los amantes no nada
más del cine, sino del género western.
En
cuestiones más técnicas, la película es impresionante. Para ser producida por
una compañía “menor”, o algo más televisiva, como Nickelodeon, Rango tiene una
animación de altos estándares. Los animales, si bien están lejos de lucir ternuras tipo Disney, están
caprichosamente creados en términos visuales, donde las texturas y los pelajes parecen
rozar nuestras pupilas. No se diga de los paisajes desérticos, que recuerdan a
los valles de Utah. Icónicos en toda su aridez, es otro logro que habla de la
ambición con la que se documentaron los artistas para lograr un realismo apabullante.
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