Robert Pattinson y Kristen Stewart. |
Tardé
mucho en ver la primera película de esta saga de vampiros. Era tal como lo
esperaba: una aburrida y aséptica película de vampiros, dirigida a jovencitas
adolescentes; hecha para que suspiren cada vez que la directora Catherine
Hardwicke decida hacer un close-up a Robert Pattinson. Al tipo no le creí jamás
su papel de vampiro, por más brincos que de por árboles de rama en rama, o que
corra a gran velocidad cargando al objeto de su afecto, Kristen Stewart, en su
personaje de siempre, el mejor –y tal vez único- que sabe hacer: la chica de
actitud ruda, rebelde, no muy femenina pero con algo que resulta atrayente.
Kristen me gusta en fotos, aunque en películas me pasa lo mismo que con Kirsten Dunst: me resultan insípidas. Como sea, la primera entrega de
Twilight (2008) es eso, insípida hasta más no poder y lenta.
¿Qué es
una película de vampiros sin sangre, y sobre todo, vampiros sin colmillos? ¡No
es nada! ¿Fueron concebidos así por Stephenie Meyer, la autora de las novelas
en que está basada la saga? Si es así, qué aburrido. Hay dos clases de vampiros
en la película, unos malos y otros buenos. Los buenos, a los que pertenece
Pattison, son como “vegetarianos” y
“civilizados”. Estos no atacan a la gente para beber su sangre, se
tienen que conformar con la sangre de animales. Ahí se encuentra el dilema de
Edward (Pattison) y Bella (Stewart), ambos están enamorados pero no pueden
consumar su amor por el miedo de aquel de no resistirse y atacarla, beber su
sangre y convertirla en vampiro.
Los
vampiros “malos”, los que sí se encuentran, más o menos, en la vieja tradición de los
chupasangre, se encuentran cazando inocentes en un pueblo para beber su sangre.
Pero cuando uno de ellos tenga en la mira a Bella, esto desencadenará la ira de
Edward y pondrá a todo el clan de vampiros en alerta. Por otro lado, estos se
encuentran en un latente conflicto con un clan de indios. La película no revela
del todo por qué. Se miran feo cada vez que se encuentran, pero todo se reserva, seguramente, para la otra película. Pero por lo que se sabe y
se ha escuchado (y para los que ya habrán leído los libros) es que los indios
pertenecen a una raza de hombres lobo. Lo que es seguro, es que tardaré mucho
en ver la segunda película, y que prefiero mil veces más la saga de
“Underworld”.
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