lunes, 5 de noviembre de 2007

CINESPAÑA: EL ABUELO * * * * 1/2

El veterano actor peruano Fernando Fernán Gómez tiene en El Abuelo (España, 1998), ambiciosa adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós, una de sus mejores interpretaciones en su encarnación del férreo, culto, tozudo y regio anciano Don Rodrigo de Arista Potestad, el abuelo del título, de larga barba blanca, siempre vistiendo de negro por un luto que guarda a su fallecido hijo. Don Rodrigo ha regresado de una larguísima estancia en los Estados Unidos para un ajuste de cuentas emocional con la gente del pueblo que dejó atrás, para reencontrarse con su nuera (Cayetana Guillén Cuervo) y su par de nietas, Dolly (Cristina Cruz) y Nelly (Alicia Rozas).

El realizador madrileño José Luis Garci, ofrece una más de sus clásicas y estéticamente cuidadas historias “de época” (Tiovivo c.1950/2004, Una Historia de Entonces/2000, Historia de un Beso/2002), donde cada detalle de la producción, como el vestuario, la fotografía, el diseño de producción, la música, etc., están logrados y se conjugan para ofrecer una ambientación estupenda. Por eso, la película demostró la capacidad de Garci en adaptaciones de clásicos de la literatura española, como lo hizo ese mismo año en su guión para Yerma (1998), de Federico García Lorca, llevándolo a obtener una nominación al Oscar como Mejor Filme Extranjero ese año, y muchas nominaciones más en los premios Goya (Mejor Fotografía, Mejor Vestuario, Mejor Director, Mejor Edición, Mejor Película, etc), ganando sólo uno para Fernán Gómez como Mejor Actor.

En sus cerca de 2 horas y media de duración, la película nos narra el enfrentamiento de Don Rodrigo con lo que serán, en general, los grandes cambios del pequeño poblado de Asturias, de sus gobernantes, sus políticos, su clero. Para el viejo Don Rodrigo, en su mentalidad decimonónica, será muy difícil asimilarlos. Lo difícil vendrá cuando culpe a Doña Lucrecia Richmond, su nuera, por la muerte de su hijo, que según él fue provocada por la tristeza que le provocó al dejarlo. Las cosas no acaban aquí, ya que el abuelo pronto se enterará que nada más una de las dos hijas de Lucrecia es su nieta, siendo la otra (según se enterará después) producto de una aventura amorosa de Lucrecia con un pintor.

El filme, como la novela de Galdós, es una metáfora sobre la fragilidad y, al mismo tiempo, fortaleza de la vejez. A Don Rodrigo intentarán encerrarlo en un convento, al hacerlo pasar como un loco y senil anciano, producto de una conspiración vengativa de Lucrecia para apartarlo del camino y quedarse con buena parte de sus propiedades, sin que el abuelo se deje fácilmente enclaustrar por lo peor de la clase política. Uno de los mejores y más intensos momentos de la película, es aquel monólogo que Don Rodrigo, luego de escapar de su encierro forzado, suelte a los responsables en un restaurante de lujo, todos representantes de la burguesía, el gobierno y la iglesia, recordándoles, en pocas palabras, que si están ahí ha sido en buena medida gracias a él.

Adaptada por el mismo Garci y Horacio Valcárcel, El Abuelo es una magnífica combinación de drama, suspenso y humor, este último aspecto conseguido en las filosóficas conversaciones que Don Rodrigo tiene con su entrañable amigo, Don Pío Coronado (estupendo Rafael Alonso), tutor de las nietas, como aquellas disertaciones que sostienen en sus largas caminatas sobre el Hamlet de Shakespeare y el “Ser o no Ser”, o cuando ambos traman un pacto para suicidarse juntos, arrojándose al mar, antes de que Don Rodrigo se reconcilie con su pasado, con la vida y, lo más importante, consigo mismo. De las mejores películas españolas de 1998.

++Esta es la tercera adaptación del clásico de Benito Pérez Galdós. Antes hubo las adaptaciones de 1925, realizada por José Buchs, y la de 1954, a cargo de Román Viñoly Barreto.

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