lunes, 20 de julio de 2015

BOYHOOD * * * * *


COMO AMIGOS ENTRAÑABLES
Ellar Coltrane y Ethan Hawke.
¡Ay, cómo duele crecer! Boyhood cuenta una historia que todos y cada uno de nosotros conocemos. ¿Por qué? Porque es una que trata sobre el difícil, arduo, y doloroso camino de madurar, por el que todos pasamos queramos o no. Pasamos de la niñez a la adolescencia de manera complicada, y una vez que sobrevivimos eso, nos convertimos en adultos, y tenemos que escoger un camino. Richard Linklater ha hecho la que es quizás su mejor película hasta el momento, precisamente, la más "madura" y más inteligente. Es un experimento fílmico que parece casi contado en tiempo real, una cruza entre un registro documental y una dramatización, filmada ambiciosamente durante 12 años. Boyhood es una disección de lo que es la infancia, sin las estupideces o medias tintas que puede haber en una típica película de Hollywood. El trabajo de edición no debió de ser cualquier cosa de hacer, el condensar 12 años de filmación en casi 3 horas de metraje. En dicho tiempo, atestiguamos de primera mano el crecimiento, la evolución y cambios físicos -kilos de más unos, kilos de menos otros- de todo su reparto principal. 

De principio a fin vemos a los mismos actores, nadie sustituye a alguno entre una etapa y otra. Ellar Coltrane interpreta a Mason, el protagonista principal. Por cierto, el chico será una cara no muy conocida -mucho mejor para los propósitos del filme- pero es toda una revelación. Mason es un  niño tranquilo, sensible, y con alma de artista. Vive con su inestable mamá (Patricia Arquette, resurgiendo con todo el potencial de una actriz que nos ha sorprendido en el pasado con excelentes actuaciones), y su hermana mayor (Lorelei Linklater, hija del mismo Richard Linklater, y de hecho, nacida en México). Por más que lo intenta, el pobre Mason no puede llevar una infancia normal, luchando contra la corriente mientras se muda de un lugar a otro, mirando cómo su mamá va de un matrimonio fracasado a otro. 

A pesar de vivir separado de la familia, el papá (Ethan Hawke, colaborador más que habitual de Linklater) tiene una relación estrecha con los chicos, casi de amigos, en donde ambas partes parecen hablar el mismo idioma. ¿Será porque el padre es como un alma errante adolescente, sin poder sentar cabeza? Como sea, padre y chicos tienen una sólida comunicación, la cual surge entre ellos de manera natural. La platica que el papá tiene con la hija sobre protegerse y prevenir un embarazo es única, graciosa, y de una espontaneidad impresionante. 

Luego, Mason se transforma en un adolescente, y en un rato en un joven a punto de irse a la universidad y perseguir su sueño de ser un artista. En  tanto, sufre y padece los errores de su madre. Pero también somos testigos de la evolución y maduración del papá, de la mamá y de la hermana. La maduración nunca termina para ninguno, es cíclica. En el filme de Linklater, a todos les toca su parte. Por eso, Boyhood es una de las películas más inteligentes del año pasado, sabe tratar los temas de la  niñez, la maternidad, y la paternidad, con sensibilidad, humor, sin velos y con una intención realista. La manera en que los personajes dialogan, es casi como un largo ejercicio de improvisación. Creemos en ellos, en la autenticidad que transmiten; nos interesan, nos importan, empatizamos con ellos. Nos  vemos reflejados de una u otra manera en sus rostros. El trabajo de Linklater es magnífico, no nada más por las increíbles actuaciones de su reparto, sino por la genialidad de su guión, el cual casi alcanza la perfección. 

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