UN ROBOT CON MUCHO CORAZÓN. Dave Patel como el creador de Chappie. |
Todo es muy confuso en la reciente película del sudafricano Neill Blomkamp, empezando por su título. Chappie nos suena de inmediato a película infantil, que tal vez nos contará la historia de un robot perdido en el mundo de los humanos, y que se vuelve el mejor amigo de un niño. Nada más lejos de la realidad. A estas alturas, está claro lo mucho que le interesa al realizador la ciencia ficción, con historias que tengan ideas interesantes, llevadas con cierta inteligencia, y que funcionen como blockbusters palomeros. La fórmula es simple: toma todas las referencias que puedas de clásicos y reinventa todo, aderezando la cosa con impresionantes efectos especiales. Le funcionó muy bien en District 9 (su mejor película al momento), aunque no mucho en la, de todas formas, entretenida Elysium, y para nada en Chappie.
En algo no falla: en ser un simplón entretenimiento para chicos y grandes, sin muchas pretensiones. Su gran problema es que, en general, es un desastre, debido a su desbalance tonal, y que no se atreve a llevar más allá su premisa: la inmortalidad, a través de la posibilidad de transplantar la consciencia a un robot. La trama habla sobre inteligencia artificial, así como de robots queriendo ser humanos. Es algo aburrida en su primera mitad, en donde el realizador saca a relucir su niño interior, y -tal y como lo hizo Spielberg en A.I.- darle una repasada al cuento de Pinocho. El Chappie del título, es un robot con orejas de conejo, que es parte de un proyecto sofisticado de robots policía (llamados scouts), diseñados para combatir el crimen. Durante un operativo, Chappie es "herido", y en resumen, queda inservible para lo que fue hecho. Dos criminales estilo Bonnie y Clyde, Ninja y Yo-Landi (raperos sudafricanos interpretándose a sí mismos), se roban lo que queda del robot, para que les ayude en la guerra que tienen con una banda de traficantes, que parecen sacados de alguna película de Mad Max.
Sharlto Copley hace un buen trabajo dando voz y movimientos al impresionantemente realista robot. Le provee de varios matices y una robótica personalidad, con carisma y encanto. Deon (Dave Patel) es el nerdezco genio que desarrolla un chip, capaz de dar al robot sensibilidad y emociones humanas. Como en Distric 9, la historia se desarrolla en los suburbios y las afueras de una Johannesburgo infectada de violencia e inseguridad, pero bien podría haber sido ambientada en Nueva York o Los Angeles. La fuente del filme, es un cortometraje que Blomkamp realizó en 2003, Tetra Vaal (como lo hizo para District 9), protagonizado por un robot orejón (como Chappie) dedicado a combatir el crimen.
La película toma un giro autoparódico, justo cuando Ninja y Yolandi se conviertan en los "padres adoptivos" del robot. Ridículo tal vez para los adultos, pero para la audiencia infantil puede funcionar. Ella se encargará de despertar los circuitos y engranajes más azucarados, sensibles y edulcorados del robot (¡le enseñará a jugar con muñecas!), mientras que el otro sacará a la luz su lado más duro, gangsteril y criminal, enseñándole a usar armas.
Es evidente que Blomkamp no se decidió muy bien si irse por el lado de un entretenimiento familiar (como en la primera hora y media), o por uno más adulto, con violencia, explosiones, muertes y balaceras, como en la última media hora. La película parece un remake de Robocop en sus últimos minutos. Hugh Jackman (más australiano que nunca) interpreta al villano en turno, haciéndole la vida de cuadros a Deon, dentro de la compañía armamentista para la que trabajan. El personaje de Jackman se encuentra desarrollando un mega robot, cargado de misiles y, aparentemente, indestructible. Su jefa (Sigourney Weaver) se niega a seguir financiándolo y darle luz verde, lo que dará pie a una pelea que proveerá los momentos más adrenalínicos y emocionantes del filme en su parte final.
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