LLENOS DE FURIA. Brad Pitt y su pandilla salvaje. |
Fury parecería, en muchos sentidos, una reelaboración de Inglorious Basterds, de Quentin Tarantino. Brad Pitt, el productor ejecutivo y coprotagonista de Fury, se ve y habla aquí de una forma muy similar que en la película bélica de Tarantino. Sin embargo, Fury no es tan buena ni original como Inglorious, con todo y ser un entretenimiento palomero pasable. No hay muchos peros que ponerle en cuanto a acción y escenas de batalla, la cuales son emocionantes. Parecen como extraídas de algún filme de Star Wars. El realizador, David Ayer (quién dirigió End of Watch, un muy buen filme policiaco protagonizado por Jake Gyllenhaal), hace que los disparos y proyectiles de los tanques se vean como rayos láser, que cruzan de un lado a otro de la pantalla.
Dentro del "departamento" de originalidad no hay mucho que digamos. La premisa parece haber sido tomada de una subtrama de Saving Private Ryan (1998): aquella del chico mecanógrafo, flaquito, enclenque, que es forzado a ir al campo de batalla en una misión peligrosa, sirviendo de traductor. La diferencia es que el personaje de Private Ryan era más interesante que esta floja versión de Fury. Logan Lerman (Percy Jackson and the Lightning Thief) interpreta a un vulnerable y sensible joven, que es forzado por el sargento de un tanque Sherman (Brad Pitt) a acompañar a su variopinto batallón a pelear y matar nazis. La única misión del chico, durante su odisea en la que descubrirá los horrores de la guerra, es sobrevivir, y quizás tener que matar, cosa traumatizante que se verá forzado a hacer sin pensarlo dos veces. En un momento dado, el chico se verá a sí mismo como el héroe de un cuento de hadas, que tenga que salvar a una "princesa" alemana de la humillación y maltrato de uno de sus compañeros, Grady (Jon Bernthal, al que parecen quedarle como anillo al dedo estos personajes despreciables), quien se convierte en el villano -al menos por algunos minutos- durante una de las escenas más ambiguas, extrañas, asquerosas (esto por involucrar unos huevos fritos ensalivados), misóginas y no muy logradas de la película.
Si por algo vale la pena Fury, es más por sus escenas de acción y batallas. Las peleas tienen su dosis de emoción. La idea del realizador parece haber sido trasladar una historia de batallas submarinas adentro de un tanque, incluyendo sensaciones claustrofóbicas, camaradería, enfrentamientos entre personajes, y hasta una sensación de estar dentro de un videojuego bélico. Los escritores del guión no pudieron evitar el dibujo fácil, esquematizado, y hasta algo estereotípico en los personajes. Michael Peña interpreta al soldado mexicano bonachón, regordete, con el chiste siempre en la boca, y malhablado; mientras, Shia LaBeouf (buena actuación, por cierto), es el tranquilo, religioso, de buenas maneras, de bigote afrancesado, y casi refinado soldado. El guión no profundiza ni ofrece muchas reflexiones sobre la guerra o los conflictos del personaje principal, pero te da esa clase de entretenimiento de filmes bélicos de los 1970s, como Kelly's Heroes (1970).
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