EL JOVEN Y EL MAR. Richard "El Tigre" Parker y Suraj Sharma. |
Life of Pi (2012) es visualmente sorprendente. Sus imágenes pueden tener una inspiración obvia en documentales sobre vida animal, pero están tratadas con una estética refinada, artística y moderna. En la más reciente película de Ang Lee, los animales, si bien están generados con tecnología digital, son importantes protagonistas. El libro de Yann Martell es traducido por Lee en la pantalla grande como una película de una poesía visual intensa, acerca de la sobrevivencia de un joven hindú (la gran revelación Suraj Sharma, simplemente fenomenal en su primer película) perdido en medio del océano.
En un principio, la película parece una cruza de Forrest Gump con The Namesake. De hecho, el par de actores de esta última, Irrfan Khan y la cantante y actriz Tabú, aparecen aquí, el primero interpretando al Pi del título, quien de adulto se encuentra relatándonos su odisea oceánica. Un escritor (Rafe Spall, por cierto, con un muy convincente acento americano), escucha, entre atónito y algo incrédulo, su aventura.
La narración de Pi comienza con su niñez y el cómo adquirió dicho sobrenombre. De ser apodado "piscina" por su afición a nadar y a las lecciones de nado por su padre (Adil Hussain), el apodo acabó recortado por sus compañeros en la escuela a simplemente a Pi, la letra griega. Además, el chico tiene una inquieta y nerviosa curiosidad por otras religiones, experimentando con el Cristianismo y la religión musulmana. "Es mejor sentirse culpable frente a un sólo Dios que frente a 400", cuenta irónicamente Pi sobre lo difícil que es profesar el hinduísmo.
La historia es una impresionante y, al mismo tiempo, entretenida fábula, contada con un agradable toque humorístico. Es un humor cubierto de inocencia, la cual persiste hasta que nuestro héroe se vea en la experiencia más difícil de su vida. Dueños de un zoológico en la India, Pi y su familia se embarcan (animales incluídos), en una aventura transocéanica, dentro de una especie de arca de Noé moderna hacia Canadá. El viaje transcurre sin problemas, hasta que el barco naufraga, en medio de una colosal tormenta de dimensiones bíblicas.
Pi acabará en un bote salvavidas acompañado por un tigre de Bengala, de nombre Richard Parker. Prácticamente, toda la historia está instalada en el bote salvavidas, pero lo maravilloso de la trama es ver cómo Pi se las arregla para sobrevivir y salir adelante, teniendo al peligroso y enorme felino como acompañante en el bote. El asunto recuerda de inmediato la pequeña pero genial novela de Hemingway "The Old Man and the Sea", en el sentido de que Life of Pi es el clásico relato del hombre luchando contra la naturaleza.
Sin embargo, el filme tiene un giro sorprendente, igualmente conmovedor, pero diferente en muchas formas. La valentía del chico, junto a sus quiebres emocionales, son la parte medular de la historia, así como lo son también los peculiares modos que deberá idear para comunicarse con el tigre. Al final, descubrimos que este último es un ser con alma e inteligencia propias, llevando encima su propia lucha por sobrevivir hambre, sed y tempestad.
Aquí vale la pena resaltar el magistral trabajo de los realizadores en la creación digital del tigre. Es una muestra de lo cada vez más avanzados que están los efectos y animación digitales, capaces ahora de traer a la vida a un animal que luce 99.99 por ciento real. Es un trabajo digno de ser premiado; un trabajo que debió de haber tomado horas eternas para estudiar cada mínimo detalle, por insignificante que este sea, de tigres reales.
Hay otras imágenes poderosas e impresionantes, como aquella escena nocturna que muestra un cielo iluminado de estrellas, encontrando un símil con el mar iluminado por medusas, con una enorme ballena saltando encima de la embarcación. Luego, la escena toma un giro fantástico y delirante en el fondo del mar. En ese sentido, Life of Pi es una película en la que los efectos especiales tienen una presencia constante, pero son usados de una forma inteligente, al servicio de la historia y no al revés.
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