miércoles, 26 de diciembre de 2012

2012 * *

Otra película sobre destrucciones apocalíptico-cataclísmicas (¿Necesitábamos una más?), que basa su premisa -o excusa, más bien- en la falsa predicción de los antiguos mayas sobre el fin del mundo el 21 de diciembre del año 2012. Hasta ahora, todo bien, seguimos aquí, el mundo no se ha acabado. Más que una película dominguera sobre el fin del mundo, 2012 (2009) es una película sobre paternidades frustradas. El fin del mundo como lo conocemos no es más que un pretexto para que padres e hijos, a través de historias paralelas, tengan un ajuste de cuentas emocional. En medio de terremotos, maremotos que traen consigo el segundo diluvio universal y volcanes arrojando toda su furia volcánica, padres e hijos se dirán el que tal vez sea el último adiós.

John Cusack interpreta a Jackson Curtis, uno de estos padres, un escritor frustrado con tan sólo un libro publicado, y que tiene que ganarse la vida como el chófer de un millonario ruso. Su mayor lucha no será sobrevivir el fin del mundo, sino ganarse el cariño y respeto de sus niños, y con un poco de suerte, el de su esposa (Amanda Peet), de quien se encuentra separado. A pesar de estar saturada de personajes e historias alternas, que casi se sienta como un refrito de Independence Day (sin amenazas alienígenas de por medio), cruzado con Poseidon y la historia del Arca de Noé versión siglo XXI, y de tener que ver a Woody Harrelson interpretando una parodia sobre la excentricidad que a veces gusta llevar a la pantalla en mejores películas, siendo honestos, jamás el fin del mundo se había visto tan escalofriantemente espectacular como aquí. Nada más aguanté las 2 horas y media por los impresionantes efectos especiales y por querer saber cómo nuestros héroes se salvarían de la ira de nuestra madre Tierra.   

Y EL MUNDO NO SE ACABÓ.  John Cusack intentando escapar
del posible fin del mundo


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