Helen Mirren. |
Un
thriller de espionaje poco convencional, empezando por su narrativa. John
Madden (Shakespeare in Love, Proof) sabe combinar, en su justa medida, no nada
más buenas dosis de acción sino también de suspenso psicológico. La película
abre con la escena del suicidio de un personaje, sin saber las causas del hecho
inmediatamente. La historia se ambienta tanto en 1997 como en 1966, y en ambas
vemos a su trío de protagonistas, primero en sus sesenta y tantos años, y luego
en su juventud como agentes israelíes del Mossad. El atractivo en la
realización será el equilibrio en sus narraciones paralelas, en un tiempo y
otro, presentando dos versiones distintas –la imaginada y la real- de un mismo
hecho: el secuestro, cautiverio y posterior intento de escape de un médico ex nazi
(Jesper Christensen) por los tres jóvenes agentes del Mossad.
La
película recuerda tanto a “Munich” (2005), como a “Torn Curtain” (1966). El
suspenso es sostenido de una forma casi magistral, empezando con nuestra
protagonista, la agente Rachel Singer (Jessica Chastain en 1966, Dame Helen
Mirren en 1997), yendo a consultas con el doctor para luego, ella sola, someterlo.
Toda esta secuencia, que culmina con el intento de Rachel y los otros dos
agentes, David (Sam Worthington de joven, Ciarán Hinds en su madurez) y Stephan
(Marton Csokas de joven, Tom Wilkinson a los 60) pasar la línea entre las dos Alemanias,
es intrigante y dirigida con suma solvencia.
Sin
embargo, aunque estas escenas son emocionantes cada segundo que las conforma,
el centro de la película está en todo lo que ocurre dentro de ese apartamento
en Berlín, en 1966, donde los tres mantendrán secuestrado al doctor. Es en
donde se cometerán muchos errores por parte de los agentes, dejándose llevar,
especialmente David y Rachel, por emociones y sentimientos, además de dejarse
manipular por el más frío, inteligente y calculador doctor, quien da en el
clavo con una frase filosa: “Ese es el problema con los judíos, no saben cómo
matar, sino cómo morir”. Hay otra secuencia, esta en 1997, que si bien sucumbe
ante lo inverosímil que todo thriller tiene, en mayor o menor medida (un
anciano, mínimo en sus 90 años, pelea con la extraordinaria fuerza física de
alguien en sus 40) es estupenda y me vuelve a recordar el por qué Helen Mirren
es la gran actriz que es.
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