Tim Robbins, Tom Cruise y Dakota Fanning. |
Steven Spielberg reinventa completamente los libros que
adapta al cine. Su adaptación de “The Lost World” no me gustó tanto como la que
hizo de “Jurassic Park”, ambas novelas de Michael Crichton. De la primera tan
solo tomó el escenario principal (una isla con dinosaurios) y 3 o 4 personajes,
para crear una historia completamente distinta, que apenas y tiene que ver algo
con la fuente literaria principal. En el caso de “War of the Worlds”, novela
clásica de H.G. Wells, ha pasado
lo mismo. No me pareció una adaptación lograda del libro, pero la película es
buena, ya que respeta el espíritu de la novella de Wells y la paranoia de
finales de siglo XIX (publicada en 1898) acerca de una invasión de marcianos a
la Tierra. Algo que fue usado por Orson Wells en un programa de radio en 1938,
alarmando a media población norteamericana con una transmision ficticia que
hizo sobre una invasión extraterrestre.
Spielberg toma lo necesario de la novela para exponer sus
propias inquietudes dramáticas y temáticas. Es decir, el personaje principal es
un padre, Ray (Tom Cruise) divorciado, totalmente desconectado de sus hijos
(Dakota Fanning y Justin Chatwin) y del mundo. En medio de una invasión
extraterrestre, con máquinas gigantes que caminan con 3 largas patas brotando
del suelo, Ray tendrá el escenario ideal para acercarse a sus hijos y
reencontrar su lado paterno, que estaba tan enterrado en la tierra como los
mismos extraterrestres.
Es un giro considerable en la filmografia de Spielberg. Esta
es su primera película en la que los extraterrestres están lejos de ser los “E.T.s”
amistosos de “Close Encounters of the Third Kind” y “E.T.”. Los extraterrestres
de War of the Worlds pulverizan personas con un rayo láser, o los toman
prisioneros para extraerles la sangre y usarla como alimento para una planta
alienígena. Si alguien quisiera comunicarse con ellos haciendo música con un
sintetizador, el desafortunado ya estaría hecho cenizas.
Los hijos de Ray no ayudan mucho en su travesía para
sobrevivir el ataque. La niña es una preguntona, escandalosa y con ataques de
ansiedad, mientras que el chico es un rebelde que prefiere estar peleando con
los soldados que ayudando al padre. En ese sentido, hay partes que parecen más
escenarios de alguna película de la Segunda Guerra Mundial. Las personas
huyendo llegan a parecer prisioneros judíos de guerra, y hay un tren en llamas
que cruza imparable, fantasmagórico.
Fuera de todo esto, la película es un gran espectáculo,
aunque la historia no es nada del otro mundo. Hay instantes magistrales, como el
ataque submarino en el ferry, los cadáveres que van apareciendo en un lago ante
la asustada niña, el primer ataque de las máquinas en las calles, o esa parte
del refugio que toma Ray con un extraño (Tim Robbins). Esta última, es una
parte llena de suspenso ocurriendo en un sólo espacio, en especial, cuando
entra ese enorme tentáculo telescópico en busca de víctimas. Un extraterrestre
descubre una bicicleta, el téntaculo se observa a sí mismo en un espejo, y una decisión
trágica detrás de una puerta cerrada.
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