jueves, 1 de septiembre de 2011

MATILDA * * * 1/2


Mara Wilson como la pequeña Matilda.


Primera adaptación de una de las mejores novelas infantiles de Roald Dahl al cine. Danny De Vito dirige, actúa y también narra la historia. Esto último se siente extraño, siendo él quien interpreta al castrante padre de la pequeña Matilda. Esta adaptación se apega lo más posible al libro, aunque su humor negro no alcanza las cotas del libro de Dahl, más violento e inquietante en la figura de la gigantezca y fascistoide directora Trunchbull (la actriz de origen alemán Pam Ferris, quien no podría estar mejor en el papel). Mientras en el libro los niños sufren lo indecible, física y emocionalmente a manos (y lo digo literalmente) de Miss Trunchbull, en la película las tormentos son aligerados, seguramente para conseguir una clasificación más familiar en el momento de su estreno.

Matilda (Mara Wilson, muy desaparecida del ámbito cinematográfico actualmente) es una niña de 5-6 años, que no es feliz ni en su casa ni en la escuela. La niña es una genio devoralibros y una calculadora humana, capaz de resolver enormes sumas y multiplicaciones en segundos. Sin embargo, su ambiente familiar está totalmente en su contra. Ni al padre (Danny DeVito), un fraudulento vendedor de autos usados, ni a la madre (Rhea Perlman), adicta al bingo, les importa la niña en lo más mínimo. El mundo familiar gira más en torno a la televisión, a seguir el ritual nocturno de cenar frente al aparato como una religión. En la escuela, Matilda y el resto de los alumnos viven aterrorizados por Miss Trunchbull, la cual no titubea en dar toda clase de castigos físicos a los alumnos. Pero Matilda encontrará en Miss Honey (Embeth Davidtz), su joven  maestra, el consuelo y refugio que necesita de su triste vida familiar.

La versión de Danny DeVito se toma las infaltables licencias artísticas. Hay un par de personajes (los detectives de policia) que no existen en el libro, y que no ha tenido el menor caso agregarlos. Con todo, la película acaba siendo divertida,  en especial, por las torturas casi carcelarias que Trunchbull aplica a los niños, muchos de ellos con la mala suerte de acabar encerrados en un cuarto con clavos en las paredes. La película se inclina más por la acción (el clímax final es ampliado en el filme) y por la comicidad, mientras que el libro, a pesar de mezclar fantasía, mucho humor negro y aspectos paranormales (Matilda se descubrirá como una especie de inocente “Carrie”, con poderes mentales), es más conmovedor y sensible, en la relación que Miss Honey y la niña acaban formando. 

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