Con un guión y realización de Francis Ford Coppolla, The Rainmaker (1997), adaptación al cine de la novela del especialista en suspenso Josh Grisham, resulta una entretenida película de juzgado. Su principal virtud, es no tomarse muy en serio. No quiero decir que los temas que plantea, como la violencia hacia la mujer, la irresponsabilidad y falta de ética de las grandes aseguradoras, así como el oficio y el ejercicio de la abogacía no sean importantes. Lo son y mucho. El caso es que, si bien me sentí involucrado con estos temas y el peso que tienen en todos y cada uno de los personajes, Coppolla sabe cómo combinar el melodrama y el humor de principio a fin.
Matt Damon resulta convincente como el estudiante de leyes, recién salido de la universidad, idealista y en búsqueda de su primera oportunidad laboral. Rudy, su personaje, acaba sumergido en un “mar de tiburones” al caer en un despacho de dudosa reputación, dirigido por un tipo de facha gangsteril (Mickey Rourke, que apenas y luce en un papel muy secundario). Rudy lleva dos casos: el incumplimiento de una compañía de seguros para con una familia, con su hijo enfermo de leucemia, y el ayudar a una chica (Claire Daines), que es enviada al hospital por las golpizas que le propina su marido, un caso tomado más como deber moral que otra cosa. Mejor que Mickey Rourke resulta, quizás, Danny DeVito, como Deck, el pequeño pero experto en todo tipo de casos, y aspirante a abogado. Digo aspirante, porque si bien tiene toda la experiencia del mundo, Deck no ha podido obtener el título de abogado.
Tenemos una dupla simbólica en Rudy y Deck: el del joven abogado quien ha estudiado a conciencia libros de leyes y pasado su examen profesional, que aprenderá que aquello no es suficiente si no se tiene la malicia que los años han dado a Deck. “Trata de no verte tanto como abogado”, le dice Deck, mientras recorren pasillos en hospitales para encontrar posibles “clientes” entre los convalecientes. Esto es lo que hace su amistad y relación profesional convincentes a lo largo de la película, que, si bien está realizada por Francis Ford Coppolla, no me ha parecido del todo perfecta. Desconozco la novela original, pero deduzco que hubo un punto, casi a la mitad, en que Coppolla no supo del todo como hacer una transición entre una etapa profesional de Deck y Rudy y otra. Es decir, es un momento en que parece que la película se dirigirá por un rumbo, pero toma otro completamente distinto. El personaje de Mickey Rourke parece desaparecer por completo, no hay consecuencias por un supuesto escándalo por fraude de su despacho, mientras Deck y Rudy, sin mayores problemas, pasan a una nueva etapa en sus carreras.
Reconozco que, con todo y que me ha gustado la película, es un trabajo menor de Coppolla. Pero siento que él fue consciente de eso, y que no pretendía otra cosa que un palomero filme de juzgado con mensaje final. Y quien posee la película en su última parte, no es Danny Glover como el juez impredecible en sus decisiones; tampoco lo es Damon con su involuntaria forma de seguir luciendo inexperto e inocente en la sala de juzgado hasta el final, ni lo es Danny DeVito como el apasionado Deck, sino Jon Voight, en su personaje de abogado defensor de la aseguradora. Voight posee en todo momento esa sala de juzgado, férreo, lleno de artimañas y verborrea, pero dispuesto a aceptar ser humillado por un joven principiante. Al final, lo que me ha parecido mejor en la resolución de Coppolla es que, contrario a la convencional película de juzgado hollywoodense, aquí nadie ha ganado. Todos han perdido algo, sea una millonaria suma de dinero, un ser querido, la dignidad, etc. Bueno, quizás Rudy ha sido el único que ganó algo: experiencia y malicia.
++El DVD no incluye ningún extra.
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