La historia está ambientada en los amplios escenarios nevados de Alaska, lo cual, en primer lugar, nos trae a la mente Fargo (Hermanos Coen, 1996). Tendremos también a un par de criminales, parecidos a los que vimos en aquel filme de los Coen, aunque más torpes y menos violentos, intentando deshacerse de un cadáver que nunca sabremos bien quién fue, ni qué hizo para merecer tal destino, pero que será el detonante de todos los enredos, fraudes e intrigas que se desatarán en la trama.
Paul Barnell (Robin Williams), un pobrediablezco agente de viajes, tiene el plan de cobrar la póliza del seguro de su hermano, a quien no ha visto en varios años y ya da por muerto. Las leyes de Alaska establecen que han de pasar algunos años, para que una persona desaparecida se considere como muerta, plazo que todavía no se cumple para mayor desesperación de Paul. Cuando Paul se encuentre en su camino al mentado cadáver, Margaret (Holly Hunter, espléndida), su esposa, quien padece un síndrome que la hace decir palabrotas a diestra y siniestra, tendrá la descabellada idea de usar el cuerpo para hacerlo pasar por su hermano fallecido, y así cobrar la póliza por varios miles de dólares.
Un agente de seguros, Ted (buen trabajo de Giovanni Ribisi), empezará a sospechar de la farsa armada por Paul, y comenzará a investigar el caso para desenmascararlo, complicándose el asunto, primero, por las dificultades que Ted está pasando en su todavía joven matrimonio, con una chica que trabaja dando consejos astrológicos por teléfono, y por la aparición de un par de mafiosos, los “dueños” del cadáver (Tim Blake Nelson y Earl Brown). Aunque lo peor será cuando el hermano desaparecido de Paul (Woody Harrelson), un alcohólico expresidiario, aparezca en escena para desbaratar sus planes.
Entre lo más notable del filme, además del buen trabajo de Giovanni Ribisi, la divertida actuación de Holly Hunter, y en resumen, el buen desempeño de todo el reparto, es la magnífica fotografía de Jammes Glennon, y su habilidad para aprovechar los blancos y fríos escenarios de Alaska. No estamos ante una comedia menor, y la verdad, The Big White no le pide mucho al trabajo de los hermanos Coen, pero si en algo se ha quedado corto Mylod, es en el hecho de que sus personajes acaban siendo demasiado buenos y amables, sin esa naturaleza baja, obscura y humorística que sí tienen las creaciones de Joel e Ethan Coen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario