Los destinos de Teresa y Julián quedarán, a partir de ese vuelo, enlazados por sus trágicos destinos, cuando tengan su primer encuentro cara a cara, al intentar ambos, de una manera inocente, quitarse la vida. Los típicos elementos de un drama de Almodóvar se ven reelaborados aquí de una forma más inocente. Es decir, En "Todas las Azafatas..." tenemos a la mujer sufriendo por causa de un hombre, al elemento materno (Norma Leandro, algo deslucida) como punto de equilibrio y apoyo; a la parte infantil (la hija de un antigüo aviador), el lado masculino torpe e irresponsable (no Julián, sino los pilotos ebrios) y una prostituta con doble vida (y una hija de por medio). Todo acentuado por un diseño de arte como extraído de las películas del director manchego, aunque más ligero. Para muestra, véanse las escenas de los bailes en el bar.
A pesar de una buena dirección fotográfica, en manos de Ramiro Civita (unos paisajes bien compuestos), un buen diseño de arte y una banda sonora agradable, el punto débil es la floja dirección. Burman no logra extraerle a sus actores la calidez y sentimiento necesarios, al grado de sentir a los histriones fríos, secos y sin poder transmitir emoción alguna a través de sus personajes. Incluso, los diálogos suenan tan poco cuidados y dichos a prisa.
La resolución del filme no ha sido la mejor (guión escrito por el mismo Daniel Burman y Emiliano Torres). Después de haber iniciado con un tema interesante, la película cae al abismo con un facilón happy end. Pone a pensar en el objeto de haber construido una trama en torno a las dificultades de una mujer sola e independiente, con un trabajo complicado y difícil de sobrellevar, para llevarlo por el camino más cómodo: la renuncia a su trabajo y al esfuerzo por haberlo sacado adelante. Una película floja e irregular, que se nos “cae del cielo”.
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